viernes, 20 de diciembre de 2013

Sweet

Me gusta compartir esos momentos contigo,
los mismos que despiadados nos preguntan
sobre el color joven de nuestras conversaciones
más íntimas, bañadas por el jazz y el sentimiento cálido
de tus manos bailando solitariamente alrededor de mi cuello.
Ni tú ni yo, solamente los dos.
Es tarde para decidir sobre sinceridad y buenas intenciones,
únicamente preguntarás qué tal la noche,
las velas, la música, el champagne.
O simplemente cerrarás los ojos esperando
que tu respiración no delate los susurros intranquilos
acariciando la carne invadida de tus labios
dispuestos y desnudos.
Igual que cuando la piel seduce a la conciencia
y se enreda intermitentemente
dónde se sospecha imposible la lujuria.
Hoy ya es tarde pero dejaré que me beses,
que muerdas mis palabras o te acabes el champagne preso de tus labios,
del carmín que se confunde indiferente al choque de la piel,
y la disciplina de la noche alrededor de tu cuello. Y sentirlo, sentirlo tan cerca,
ese roce que desafía a las manos a las que me atas cuando te abrazo
y caen por tus caderas, indecisas, rotas, pero firmes de sentencia.
Me rindo amor, no soporto dormir en camas que me dejan los pies fríos y la conciencia tranquila…



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