domingo, 8 de diciembre de 2013

La religiosidad de un cuerpo nunca cae en desuso

A lo mejor es cuestión de que no se compartirte,
de mantenerte intacta con mi palabra
fría en la noche del mismo modo que aguardan
los portales al vecino indiscreto, al matrimonio
del quinto, a los primeros besos de algún adolescente.
Quizás quise tenerte tan cerca de mi,
Creer en que la solución de nuestros problemas
pasaba por mi cuerpo y se repartía por el tuyo.
Sigo sin entenderte, como el portal que espera
a su vecino indiscreto, al coche que se apaga
frente a la ventana, al eco de las pisadas de tu calle.
Quizás no supe compartir tu cuerpo
o, a lo mejor, nunca supe meditar lo que me dabas.

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