martes, 17 de diciembre de 2013

Michelangelo

Llegas tarde, pasas sin permiso,
y nunca terminas de quitarte
los zapatos. De ponerme
las palabras y rasgarme
los vaqueros.
Siempre me mancho las manos con tu cuerpo,
pinto las paredes, cierro las puertas, y recojo
las esquinas, fronteras quebradas de mi cuarto,

En pie de guerra con tus manos.
Y tu pelo. Nubes de barro,
tallado de estepa.
Como el trigo que sosiega el viento
mientras se quema la cosecha.

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