lunes, 2 de diciembre de 2013

Diciembre

Escucha:
se apaga el mundo tras su llamada,
al otro lado ella cuelga una sonrisa.
Y vuelve a caer Diciembre, otra vez,
con las mismas ramas secas de sus labios
apagados, la saliva desgastada
de nuestros nombres, sin noches.
En la calle, en cada esquina, se escucha una voz.
Las pisadas de historias que nunca fueron nuestras,
de los caminos que se encuentran en tus pies,
y las huellas de aquellos hombres viejos
condenados a una vida de parque y palomas,
de pan en los bolsillos y fotos en la cartera, marcadas
por el carácter de la guerra y vigilada por sus nietos.
.
Y nosotros, todavía, con la lluvia resbalando en las aceras,
caminamos juntos sobre el cristal de sus charcos,
mientras la inocencia se moja sobre seco,
inundándose en nosotros los restos
de lo que echamos atrás, para ver, lo que
nunca quisimos ser, dos amantes mojados
por sus labios, áridos de amor.
Las palabras sencillas nunca fueron fáciles de entender.
¿Y si te digo que te quiero?
¿Que será de Diciembre y su nieve?
No habrá más blanco que compartir
en un mundo gris, de pieles ausentes.
sombras negras de árboles solitarios
muertos tarde, rendidos al homenaje de tu invierno.
Será algo roto,
como el beso de tus ojos al decirme no.

Te perdí, lo sé, eso ya no importa,
fuimos Diciembre con ojeras.
Poco a poco asumo la falta de color en nuestras fotos,
camas sin hacer, noches dormidas en el sofá,
Café de las doce y maletas a las seis.


Aún así todavía a veces pienso,
que me daré la vuelta y estarás esperando
en la parada del tren en el que te fuiste,
con un corazón en edad de crecer.


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