martes, 31 de diciembre de 2013

Arde

Hay ciudades que arden por una mujer.

También hay historias legendarias
de nombres engendrados
en el mito y el rumor lejano
de una memoria de tiempo,
piedra, y edades humanas.

El origen de un nombre.
El origen de tu nombre, Irene.

Existe, es, y fue,
tal vez, una edad distinta.

Mi cuerpo arde como una ciudad
fundada en la soledad y la ley
de vivir cada día un poco menos.

Un poco más lejano,
como un viaje de vuelta
al hogar.
Pero sin un hogar al que volver.

La guerra cotidiana de cercar
fotografías, de ignorar la existencia
que duerme atrincherada en mi sofá
con aquella posición tuya sobre mí,
tumbada, como un rito.

La música que dejo de ser tu voz
ya no vive en los pasillos.
Mi habitación ya no esta habitada,
y se conforma con las grietas
de las paredes
marcando cicatrices.

Mi cuerpo arde.
Necesito un par de monedas para los ojos.

No sé viajar al otro lado
sin una promesa clara de horizonte
o una caída vertical.

Alguien alguna vez me dijo
Que no se puede caer desde abajo.
Hay una caída por cada nombre,
hay un fin por cada mito.

Y así vivo mi vida como una tragedia griega.
Cotidiana.
Pero griega.

Digna de un nombre sin leyenda
que arde sin ciudad.







31

Hay fechas en el año que no descansan.
Hay 31 razones por las que verte
otra vez, aquí, al final de todo,
antes de que el calendario muera
bajo la voz solemne de sus campanas,
el champagne, las luces, tú.
Hay 31 razones por las que volver,
del mismo modo que vuelven los años
preguntando sobre la importancia
de su vida, de sus días de papel arrugado
en la carpeta o en las puertas
de los bares.
Te prometo 31 razones por las que volver hoy,
y no mañana, mañana no será tiempo
de volver, porque nunca se termina de ir
un año sin el paso necesario de amigos
que se van, familias que se encuentran
en el porche, labios que se pierden,
manos que se tocan, tú.
Hay 31 razones por las que volver
y preguntarte que tal te ha ido todo este tiempo.
Sigo sin encontrar necesarias las palabras,
Perdido de todo nunca olvidare este año.
Pero es necesario, siempre es necesario
volver, aunque no tenga más que una razón
para despedir el año contigo.
Si con esto te veo una vez más, sonreír,
preguntarte por el trabajo, el amor, la vida.
Y volver 31 pasos atrás sin perder de vista
el año que me dijiste adiós, tú, yo.
Hay fechas que no descansan en todo el año
Pero hoy no es ese día.


lunes, 30 de diciembre de 2013

30

La gente olvida muchas veces
que tiene memoria.

En los peores momentos,
los que vivimos,
con la sensación de la asfixia
apretando recuerdos
entre el pecho
y la memoria,
que siempre se nos olvida
su vida digna en la cabeza,
en lo más alto de la razón
o las dudas de un hombre.

La gente muchas veces es.

Una persona se mide
por el valor que tiene
al aceptar un recuerdo,
separarlo de el dolor
que encierra recordar algo,
saber que algo fue
y ya no es.

Es posiblemente la mayor crudeza.
Es seguramente la prueba más difícil
de saberse aquí y mortal.

Un recuerdo no pesa siempre igual.

Lo peor de un recuerdo es que no pese.
o que se alimente así mismo.

El pasado es en gran medida
todo lo que sabemos con seguridad.

Y sé que parece obvio pensar esto,
también he aprendido que más obvio que el pasado.

Es saber que ahora, ya nada es como recordaba.

Intento olvidar muchas veces.
Pero al final siempre se me olvida.

Que tengo memoria.



domingo, 29 de diciembre de 2013

Último Domingo del año

En parte comparto tus decisiones.
La religiosidad de tus Domingos,
charlas con etiqueta de café
decididas a preguntar que se bebe
cada uno de su vida, de tu marcha.

Pero hoy es Domingo, y tu cuerpo no está aquí.

Aunque forme parte de la monotonía
de las gotas en la acera, y no sepa
esperar la lluvia el cerco del otoño,
sus hojas secas, su asfalto gris.

En parte entiendo tus decisiones,
La fatalidad de tus palabras,
el hueco de Diciembre en la cama
distante de fiestas y regalos.
-Madrid este año arderá entre sus luces-
Porque puede que el invierno
nos traiga sus regalos envueltos
de tabaco, charol, y tacones rojos.
Tal vez el glamour no sea suficiente
para engañarnos y calmar otro
año de decepciones personales
y fatigas en el retrovisor.

Porque la distancia es algo
que se carga en la maleta
y se lleva por desprecio en los zapatos.

Al otro lado de los viajes extranjeros,
fundados con los ánimos de amarte.


Otro año sin irme, que te vas.

sábado, 28 de diciembre de 2013

El Invierno siempre cabe en las bufandas

Aquel hombre de expresión severa fui yo también.
Y no te juzgo.
Tan extraño y tan distante
como el coloquio de los peatones
que comparten la misma acera,
un distinto suelo, pisado con la
distancia horizontal de las baldosas
y esa prisa de cemento, intermitente, de ciudad.
De ámbar en las cebras y pasos festivos.
-La navidad nunca nos da lo que nos corresponde,
y se lleva más de lo que necesita-
Otro año, pero esta vez sin rencores
con grandes deseos e invierno en las bufandas.

Aquel hombre de expresión severa nieva ahora en Madrid.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Conclusiones de Diciembre

Diciembre siempre trae ese olor
a vanos mundos, a luces candentes
y abetos de metal en las plazas
,de pega, como si se pudiera negociar
el sentimiento navideño de tener
aquí otro año, sin capital ni banderas
simplemente tú, en el atolladero
más solemne que promete estas fiestas
y los calcetines colgados de la chimenea,
sin guardar, como los años que prometen
seguir con el adorno de tus labios
sobre un rostro pobre, pero de hombre
firme, decidido a dar lo mejor de si,
en estos días bisiestos.
No soy yo el que empieza el año dos veces
Aunque no nos cueste nada el tiempo,
sale caro si no lo sabes pagar.


jueves, 26 de diciembre de 2013

El 311 de Madrugada

Se deshollan los autobuses en su carne metálica.
Otro día encerrado en el latón
y el cerrojo abierto de las ciudades
mientras la madrugada vive, todavía,
en los ojos de su gente.
El comisario de la luz pica ya los billetes.
Ese olor a ciudad quemada, gasoil,
se hunde en el asiento, se prende en los bolsillos
manteniendo aquellos vaqueros calientes
igual que el invierno pegado en la ventana.
El viejo 311 cumple su horario de vida de autopista y calle,
yo sigo esperando, todavía, que me alumbre,
como siempre a las siete y media
en el otro borde salpicado de tu esquina. Mi parada.
Ruge ya las siete, este viejo renqueante
rueda un día más, coloquial,
vestido de gente preguntada,
de días metropolitanos y libros de bolsillo.
Nadie se ha parado todavía,
todos van con prisa y sangran sus relojes.
Pero tu cojeras el 311 otra vez.
Ya son las siete y media y hay a veces que me pregunto
¿Por qué pulso este botón en el que se para mi mundo
y comienza el tuyo? Llego tarde.
Hoy no estás en la parada, esperando, es extraño,
no me acostumbro a no saber quién eres, a dónde voy yo,
a por qué coges este autobús, y eliges todas las mañanas
el destino incierto de los escaparates del centro,
Debe ser que no me acostumbro a tu constancia.
Nunca nadie se baja dos veces en la misma parada

Mira al de enfrente

Hay hombres que son como sentencias,
firmes y siempre dispuestos a la vida
ha aceptarla sin condiciones.
Entonces un día se deshacen.
Conocen el amor y sufren
pierden un amigo y lloran,
caminan una ciudad y se cansan,
viajan sin ti y , sin embargo, te acompañan.
Aprenden a luchar y pierden
afrontando sus tragedias
como una condena pactada y sin sentido.
Siempre hay hombres como sueños.
Hay hombres que aprenden a vivir sin condiciones,
con el peligro de no encontrar nada
y perder todo, aunque no les pertenezca.
Viven en el egoísmo de los espejos,
en sus reinos de cristal
manchados de la dignidad más pobre,
soberbia, impuesta por el hombre para el hombre.
El orgullo siempre quema dos veces,
cuando te miran y cuando te ves.
Voy a romper todos mis espejos.
Porque espero ser un hombre como una sentencia,
sin condiciones.

domingo, 22 de diciembre de 2013

No soy capaz de mirarte desnuda, ni en mi cabeza.

No me quedan más palabras para ti,
-Mírame-. Me dices desnuda.
Ya lo hago aunque no te des cuenta.
Y a pesar de todo,
Lo intento, créeme, lo intento.
Intento acabar estos poemas que te escribí
en blanco, para no terminarlos.
tal vez es, porque
no tengo nada más que despedidas.
para ciudades en las que pasar la noche
cansado, escondido de la habitación cerrada
de tu cuerpo,
de infidelidades a medias, de ti, de nosotros.
De aquellos besos que nunca perdonaremos
los mismos que fingiremos no conocer.


viernes, 20 de diciembre de 2013

Sweet

Me gusta compartir esos momentos contigo,
los mismos que despiadados nos preguntan
sobre el color joven de nuestras conversaciones
más íntimas, bañadas por el jazz y el sentimiento cálido
de tus manos bailando solitariamente alrededor de mi cuello.
Ni tú ni yo, solamente los dos.
Es tarde para decidir sobre sinceridad y buenas intenciones,
únicamente preguntarás qué tal la noche,
las velas, la música, el champagne.
O simplemente cerrarás los ojos esperando
que tu respiración no delate los susurros intranquilos
acariciando la carne invadida de tus labios
dispuestos y desnudos.
Igual que cuando la piel seduce a la conciencia
y se enreda intermitentemente
dónde se sospecha imposible la lujuria.
Hoy ya es tarde pero dejaré que me beses,
que muerdas mis palabras o te acabes el champagne preso de tus labios,
del carmín que se confunde indiferente al choque de la piel,
y la disciplina de la noche alrededor de tu cuello. Y sentirlo, sentirlo tan cerca,
ese roce que desafía a las manos a las que me atas cuando te abrazo
y caen por tus caderas, indecisas, rotas, pero firmes de sentencia.
Me rindo amor, no soporto dormir en camas que me dejan los pies fríos y la conciencia tranquila…



martes, 17 de diciembre de 2013

Michelangelo

Llegas tarde, pasas sin permiso,
y nunca terminas de quitarte
los zapatos. De ponerme
las palabras y rasgarme
los vaqueros.
Siempre me mancho las manos con tu cuerpo,
pinto las paredes, cierro las puertas, y recojo
las esquinas, fronteras quebradas de mi cuarto,

En pie de guerra con tus manos.
Y tu pelo. Nubes de barro,
tallado de estepa.
Como el trigo que sosiega el viento
mientras se quema la cosecha.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Distante

El hombre que inventó esta ciudad.
No despierta nunca a sus vecinos.

Es un hombre tranquilo,
tiene trabajo,
tal vez familia,
un lugar a donde ir,
y uno al que volver.

Es un hombre con suerte.
Tiene una distancia a la que llamar hogar,

También tiene memoria
pero eso no le impide cada mañana
acordarse de dónde coloca cada cosa,
dónde coloca esta ciudad.


Él la inventa, 
camina como uno más
pero nunca sé es uno más
rodeado de todo lo que somos.

Esta ciudad,
su gente, digo,
nunca comprenderán
que su vida,
vacía de memoria
no se entiende
sin la distancia de su casa.

Y es porque una mirada
siempre puede explicar
por qué llueve al otro lado.

Pero nunca, una mirada,
puede explicar esta distancia
cada vez que veo que te vas,
y llueve,
y no tengo ni casa, ni trabajo,
ni memoria.

No me importa.

Nunca me acuerdo de donde dejo las cosas
y ahora mismo no me acuerdo de donde,
o en que momento, te he dejado de ver,
en mi distancia.

En este poema.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Besos sin edad

La edad de una persona
se marca siempre un poco más
en sus propios labios.

En los labios de los demás
nunca pesará el tiempo,
tampoco la sinceridad
o el frío tan cortante
que distancia cada día
más
la edad que se gana
o
que se pierde
cada vez que besas.

La edad es un asunto propio para la vida.

Posiblemente la edad sea el asunto más propio
de cada labio.


jueves, 12 de diciembre de 2013

Muchas veces me pregunto, pero nadie me contesta

Muchas veces pienso en bajito.
Para que no me oiga,
para que no se ahogue
mi nombre al pronunciar la voz.

Y no puedo evitar preguntarme:
¿Quién sabe de amor?
Maldita seas tú, yo,
nuestra historia y estas preguntas.

¿Quién sabe de amor?
¿Acaso no sabe de amor
aquel que no ha perdido por amor
una familia, dignidad y pobredumbre?

¿Acaso no sabe de amor
aquel que no ha soñado en blanco
en noches tan negras como el
techo infinito de su cuarto?

Me pregunto más aún:
¿Acaso no sabe de amor
el que conserva en una caja
nombres, calles direcciones
y años jóvenes.
Como las promesas tan vacías
que me quedan después de ti?

¿Acaso no sabe de amor
Aquel que escucha siempre
la canción más triste de tu boca
cuando bailamos el vals
de los perdidos?

Y sigo preguntándome
¿Acaso no sé de amor, Irene?

Sólo sé escribir lo que creo que
acaso sabe el mundo de amor.

Escribir letras con el corazón roto,
con ira, y habitaciones separadas
por preguntas con las que hablo
cada noche, cada vez que pienso,
en bajito, en ti.

¿Acaso sabe de amor
aquel que ha aprendido
a morir dos veces?
Una por el mismo
y otra por ti

¿Acaso tenemos derecho a tener corazón?
Irene. Me pregunto.

¿Es posible aprender a amar,
a dudar, a entender otros cuerpos
sin el tuyo, o a mantener
una figura intacta en los ojos
como cuando te fuiste?

¿Acaso no sabe de amor
aquel que vive de recuerdos
y luz en las calles, o relojes
sin tiempo que clavan sus agujas
en su pecho esperando
que se me olvide recordarte?

Debe ser que nunca aprendo que es el amor.
O tal vez siempre me hago, las preguntas equivocadas.

Puede que no sepa de amor,
pero sé de ti, de mi.
¿Acaso no vale eso ya?

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Be Quiet

Respeten este silencio,
se lo pido por favor.

No es hora de elevar la voz
ni tampoco la palabra.

Es tarde, y se que se me ha olvidado
llamarte por teléfono,
pero respeta este silencio.

Puede que no te haya llamado
porque no quiero alterar este silencio,
esta paz, y esta mentira,
que es que los dos sabemos
que si te llamo,
posiblemente no seas tú
la que me espere al otro lado,
sino un buzón vacío
de contestaciones
y de cartas habladas.

Es cuestión de respeto,
y de mucho orgullo en la voz,
la misma que meditada
respeta este silencio
a pesar de que la noche
no será más tranquila
con o sin conversaciones
de por medio.

Debería de haberles dicho a todos al principio,
que respetaran este silencio.

Lo siento se me olvida pedir las cosas por favor.

Migas

Lees esto porque doy sentido a tu vida,
te creo como un capricho inalcanzable
como algo tan puro, tan intacto, sobrio.
Te imagino sin ropa, o descalza sin calle,
alomejor te dibujo entre el mar y la sal
o en un fuerte prisionera de dragones,
te defino por las plazas de tu ciudad
o en las noches de hotel mas extranjeras,
A veces te escribo caminando por desiertos,
o en un antiguo cine de barrio en blanco y negro
con historias mudas como tus ojos
o viviendo amores violentos con otros
siempre lejos de mi. Pero te escribo y tan de cerca
que llegó a pensar que hasta te toco,
que tu vida sangra tinta, tinta tan negra
como tu pelo alborotado, sucio por el sol.

Yo te pongo nombre aunque nunca se escribirte poesía.
Hace tiempo que perdí tu cuerpo y no consigo recordarte,
tampoco sé en realidad como eres o si vives o si sueñas.

Solo tengo pistas pero no me queda pan.

Antes aprendí a
Nunca esperar
Alguien como tú.


Pero no me queda pan.

martes, 10 de diciembre de 2013

Paula

Tu universo nunca ha sido tan necesario
como un invierno descalzo.

Yo, que siempre quise creerme tan necesario
como un par de botas viejas pateadas.
Marrones y extrañas, de media pisada
y caminos hogareños,
siempre todos caminamos
con la seguridad del que sabe
a dónde se dirige sin saber muy bien lo que pisa.

Me gustaría cambiarme los cordones
no tropezarme,
simplemente pisar con decisión
y notar la pérdida de la acera,
debajo de mi,
mientras, marrón y extraño
caminamos con nuestros amigos y conocidos,
baila la fiesta, corre el alcohol
y todos vuelan,
creen que vuelan lejos de su yo más único.

El yo que todos creemos conocer
y dar a los demás.

Debe ser que somos los únicos
que no nos damos cuenta,
no nos queremos dar cuenta,
que apagada la ilusión
muchas veces rompemos
la confianza de los pequeños mundos,
una pequeña sonrisa,
una pequeña calada,
una indiscreta mirada, al otro lado de la mesa,
como un niño inocente
al que sus padres regañan
por mirar cosas que no comprende por su edad.

Hay efectos que conectan con nosotros,
nos dejan solos e indiferentes
en medio de una risa,
o en el rincón meditado de la puerta de los bares.

Debe ser que esta Sureña ha aprendido a vivir,
a vivir nuestras historias y sus nombres,
sus culos de cervezas babeados
y el hielo que rompe una camisa.

Que decepción, nunca sabre lo que es compartir una amistad.

Más allá del fondo de este cubo.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Fuera de carrete

Tal vez no estemos hechos para vivir en las fotografías de antes.
Las mismas que nos acechan ingenuas
en mitad de una palabra cuando partimos,
de que la soledad duele menos en silencio.
Sabes tan bien como yo que hemos vivido aquí,
en tu obsesión de entender el amor plasmado
en imágenes cargadas de primavera, fiestas,
familia, tiempo, escapadas de una noche
-San Valentín todavía sabe a fresa-
y paisajes tan dudosos como los ojos que ahora los miran.
Con el tiempo te das cuenta que en tu habitación
nunca estas solo. El presente se comparte
con personas que apenas conocíamos
que a lo mejor nunca habrían existido pero están aquí,
nos juzgan con la libertad del que se cree sabio
por la experiencia de levantarse contigo todas las mañanas
y conoce cada uno de nuestros secretos midiendo
la distancia que hay de la cama a la puerta.
Confío en que llegue el día de tener valor y decirles que se callen,
que no me acusen de recordar Madrid en invierno
tiritando en la distancia que comparten estos ojos
-los tuyos- señalando aquella navidad del 95.
Después de todo tengo la esperanza de cambiar el mundo en una foto.
Sigues perdonando juicio, razón y nombres,
las calles en las que vivíamos no son las mismas
y apuntaste mal la dirección en el resguardo,
pero sigues siendo tú, siempre has sido tú,
aunque nosotros perdimos ya el color y la piel.
Nunca quise ser inmortal,

Tengo miedo de coger una cámara
y que me juzgues.

domingo, 8 de diciembre de 2013

La religiosidad de un cuerpo nunca cae en desuso

A lo mejor es cuestión de que no se compartirte,
de mantenerte intacta con mi palabra
fría en la noche del mismo modo que aguardan
los portales al vecino indiscreto, al matrimonio
del quinto, a los primeros besos de algún adolescente.
Quizás quise tenerte tan cerca de mi,
Creer en que la solución de nuestros problemas
pasaba por mi cuerpo y se repartía por el tuyo.
Sigo sin entenderte, como el portal que espera
a su vecino indiscreto, al coche que se apaga
frente a la ventana, al eco de las pisadas de tu calle.
Quizás no supe compartir tu cuerpo
o, a lo mejor, nunca supe meditar lo que me dabas.

viernes, 6 de diciembre de 2013

1:16

Los pensamientos que nos asaltan de repente por las noches,
nunca son buenos compañeros de cama.

Tampoco suele ser la mejor compañía,
este espacio tan cargado de memoria.
Son las 3 de la madrugada
y mi cuerpo ya no está aquí,
tampoco la cabeza ha aprendido
a hallar patria en el calor de una buena cama,
una buena mujer, o una simple conciencia,
tranquila:

Los momentos de insomnio son los mismos
que nos enseñan a dormir o a domar.

A intentar domar lo más propio de una hora como esta.

Silencio, mucho silencio,
pero no te equivoques
aquí, en este silencio no hay paz,
no hay vencedores,
solo vencidos.

Tan solo sé que odio este silencio
de la misma manera que odio
este insomnio que no me deja domarme por las noches.

Buenas noches a ti también.







Atlas, un mundo de cine

Atlas, el hierro de los hombres,
nunca supo el auténtico valor del dinero,
de lo que se paga uniformemente
en los tentáculos que sujetan
cada calendario.

Al principio todo fue caos,
la medalla del tiempo
se cuelga siempre de los mismos
relojes,
pero Atlas, titán en su moqueta,
comprendió que las alfombras
siempre son mundos que sujetar
sin cuello, con la entrada
de la bengala rugosa de un instante
de cine, de la falacia de saberse dios,
del trípode que crees que sujeta la imagen,
sus semejanzas, las palabras de los actores
que fingen que se quieren
o que saben quienes son,
aunque el fino cordón que los separe
sea los espacios en blanco en un guión
que nadie sabe muy bien como acaba.

Antaño, Atlas, hucha de los hombres.
Guardaba la inervación del que da vida
a esta montaña,
a la película que crees saber que ves
si ves tu vida desde los ojos de los otros.

Pero Atlas ya solo sabe enfundarse el mono de trabajo
y sujetar esta cámara que cuenta como es el mundo
detrás de cada cámara.



Preguntas difíciles para personas sencillas


Sentimientos guardados en barcos
que caben en botellas de cristal,
faros a la luz de las velas,
tardes de domingo sin salir
pero nunca solitarios en el sofá
viviendo lejos, más allá del televisor.
Testigo de sucesos inevitables como vivir
las promesas incompletas recogidas en un buzón.
Cartas que son aviones de papel.
Palabras ahogadas en café.
Y preguntas, preguntas difíciles.
Aunque haya a veces preguntas que no aceptan dudas,
¿Cómo será el pijama de la noche y los pies del tejado?


jueves, 5 de diciembre de 2013

IV

Sé que pensarás que lo que se acaba.
-Malditos estos labios y los tuyos-
tiene finales para cuerpos distintos.
Que el amor, sin duda, es una vocación
imprevisible en cada cama.
No muy valiente, porque necesita
el veredicto incuestionable
de la piel que se viste en los ojos
-Estos, los que te pertenecen-
y el desnudo que se pierde por tu sonrisa.
Aquí, dónde el silencio habla del silencio,
se pierden bocas,
se vende casa,
se arañan cristales.
Así son mis noches ahora
como el silencio.
Pasan de largo y se preguntan
sobre la legitimidad
de mis pensamientos
al imaginarte desnuda,
mirándome,
como el que algo espera
y sólo recibe contemplación
o indiferencia, este idioma
ya no es nuevo para mí.
Alomejor es que la soledad
no es cuestión de ausencia,
tal vez,
tiene algo más que ver con los recuerdos.
Perdóname amor por no olvidarme de quién eres.
Perdóname amor por no saber quién soy.



Palabras humanas

Un vacío dos veces habitado,
nunca medita sobre su historia
sobre el lugar que ocupa.

Pero la soledad envejece
igual que el color en las paredes.

Como un olor a libro viejo,
maltratado, extranjero en su idioma
sus ojos se pueblan de arañas,
de una necesidad de conciencia
de silla vacía.

A esta soledad le falta humanidad.

O simplemente le falten tus manos
sujetando el silencio,
la mirada de los cuadros
que vigilan los pasillos,
el goteo suicida de los grifos
que mueren de sed.

Se paga un precio muy alto
por saber que estamos solos.

Y muchas veces pienso que no merece la pena
si no estas aquí tú para compartir esta soledad,
conmigo.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Nunca sé ser desconocido frente a ti

Cuando se confundan los minutos
entre vaso y vaso, entre humo y humo.
Tal vez tenga el valor de levantarme
ofrecerte una copa y un nombre,
alomejor una sonrisa vacía de exigencia,
derrotada, dudosa de la geografía
de tu cuerpo por la noche.
Dispuesta a una pequeña historia
sin importancia, extraña, complaciente
con mi yo más cotidiano.
Porque se que existe una esquina para
cada historia, un pie de noche
para cada cama y un acertijo sin resolver
en cada corazón
Pero dejemos de hablar de mi,
todavía no sé tu nombre y yo
nunca renuncio a una buena excusa,
al fin y al cabo no existen
soluciones fáciles para un par de amantes
desconocidos, extraños...
Rápido tenemos poco tiempo
y la luna no sale dos veces
la misma noche, me dices desconcertada,
escondida entre el borde palpitante de tu copa
con el orgullo por delante
y tu escote entre bambalinas.
En el fondo los dos lo sabíamos:
El amor es un negocio cruel,
todo es cuestión de deudas
y un montón de tiempo,

Nunca sabes como pagarlo.

martes, 3 de diciembre de 2013

Octubre

Caminar contigo, ser transeúntes
de la piel deshollada de las aceras
por las hojas sometidas al amarillo
del otoño, los charcos de humo
de tus cigarros, el recuerdo de mis brazos
buscando tu cintura entre las farolas,
despedidas que son despedidas
de una última despedida, tus ojos,
Madrid ardiendo en tus pupilas,
los paraguas infelices desprovistos
de lluvia, tiempo y manos,
la intimidad de los coches arrollando
el asfalto gris de ciudad,
los bares sin su gente y su partido,
el café cortado sin tus labios
sorprendido entre mis yemas,
el Sol húmedo de cada viernes
poniéndose detrás de tus cortinas,
esas discusiones acaloradas
en tu cuarto por quién te besa
en este lado de la cama,
el sonido áspero de mi silencio
acariciando tu cuerpo tumbado en el sofá
todas las mentiras que no pude decirte dormida,
comprender el miedo o el hueco vacío
de tus manos al acariciarme lentamente
mientras te grito por teléfono...
Podría seguir, pero supongo que es inútil
intentar convencerme de que ya no estás,
Simplemente es más fácil vivir un mes
colgado del calendario, sin santos ni patrones,
Octubre ya no será el mes de los inocentes.
Y quizá por eso tenga alquilado tu recuerdo,
porque no sé entenderme si me faltas.
No me perdones nunca, no hasta
que haya aprendido a vivir sin ti.
No hasta que haya aprendido a convivir conmigo

lunes, 2 de diciembre de 2013

Hombre sin costumbres

No espero que perdones mis palabras.
Tampoco espero compartir tus manos,
las lecciones de mi cuerpo, tus mañanas
apartada de un sol de ventana
y calles hundidas bajo los pies
del tráfico, del eco ronco del viejo
autobús de las doce.
No espero que perdones mis costumbres.
Las lecciones más apartadas de tu cuerpo.
Mis manos sucias de conductor de autobús
y estos ojos secos tendidos al asfalto.
No espero que vuelvas por esa puerta,
ni tampoco zapatos en el recibidor.
He aprendido a esperar en la parada
la rutina de mis días, lejos.
Encontrarte al final del autobús.

Diciembre

Escucha:
se apaga el mundo tras su llamada,
al otro lado ella cuelga una sonrisa.
Y vuelve a caer Diciembre, otra vez,
con las mismas ramas secas de sus labios
apagados, la saliva desgastada
de nuestros nombres, sin noches.
En la calle, en cada esquina, se escucha una voz.
Las pisadas de historias que nunca fueron nuestras,
de los caminos que se encuentran en tus pies,
y las huellas de aquellos hombres viejos
condenados a una vida de parque y palomas,
de pan en los bolsillos y fotos en la cartera, marcadas
por el carácter de la guerra y vigilada por sus nietos.
.
Y nosotros, todavía, con la lluvia resbalando en las aceras,
caminamos juntos sobre el cristal de sus charcos,
mientras la inocencia se moja sobre seco,
inundándose en nosotros los restos
de lo que echamos atrás, para ver, lo que
nunca quisimos ser, dos amantes mojados
por sus labios, áridos de amor.
Las palabras sencillas nunca fueron fáciles de entender.
¿Y si te digo que te quiero?
¿Que será de Diciembre y su nieve?
No habrá más blanco que compartir
en un mundo gris, de pieles ausentes.
sombras negras de árboles solitarios
muertos tarde, rendidos al homenaje de tu invierno.
Será algo roto,
como el beso de tus ojos al decirme no.

Te perdí, lo sé, eso ya no importa,
fuimos Diciembre con ojeras.
Poco a poco asumo la falta de color en nuestras fotos,
camas sin hacer, noches dormidas en el sofá,
Café de las doce y maletas a las seis.


Aún así todavía a veces pienso,
que me daré la vuelta y estarás esperando
en la parada del tren en el que te fuiste,
con un corazón en edad de crecer.


domingo, 1 de diciembre de 2013

Señores viajeros:

Cercanías RENFE les recuerda
que está prohibido quererse en los andenes,
viajar sin sueños en la maleta,
compartir la cotidianidad de sus días
con asientos vacíos, solitarias venas sin raíles,
desafiar la mueca metálica de los vagones.

Señores viajeros. No intenten oponerse a los túneles,
negociar el café de las paradas,
vivir en la provisionalidad de los billetes
o cercar libros entre el traqueteo de las nueve.

Señores viajeros, si sienten las vías en los pies,
si la vida abandonada de estación vuelve mañana,
les esperan todavía los trenes como otro día
que se dispone en las traviesas, o que se baja
inesperadamente en el andén.

Señores viajeros:
Es hora de que acepten que el viaje
no es solo una forma digna de volver a casa
también es la costumbre más antigua de los hombres.

Es también mi costumbre cada noche
Cuando viajo en cada tren
Y espero volver dignamente contigo
Siendo un viajero sin viaje,
Siendo un viaje sin ti.