La edad de una persona
se marca siempre un poco más
en sus propios labios.
En los labios de los demás
nunca pesará el tiempo,
tampoco la sinceridad
o el frío tan cortante
que distancia cada día
más
la edad que se gana
o
que se pierde
cada vez que besas.
La edad es un asunto propio para la vida.
Posiblemente la edad sea el asunto más propio
de cada labio.
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