jueves, 30 de enero de 2014

Nombres

Supongo, que ahora que lees esto, lector,
tú también has llegado a la conclusión
de esta compartida soledad.

De las preguntas y las indecisiones
que nos mantienen así.

Siempre frágil, roto, como el silencio.
Supongo que tu también escuchas las voces.

Si no las escuchas, es que, lector,
tal vez tu hueco no este aquí conmigo,
Infeliz,
Tal vez incompleto, o a falta de tacto,
un cuerpo sistemático y viciado
de tiempo, hojalata, corazones que no valen.

Felices y dichosos.

Yo también fui así,
y no dudo en que algún día,
volveré a serlo, dichoso.

Sólo se es dichoso, cuando alguien habla de ti.
Ves, ahora ya escuchas las voces.

Las que te señalan así, feliz y marcado.

Es inútil aparentar la fuerza necesaria
que da la tranquilidad experta de los años,
también es poco conveniente
no convenir ningún lazo con el pasado.
La memoria siempre es esa obsesión
que nos recuerda que hubo una vez,
no hace mucho, que también fue la dicha
y la lentitud de un cuerpo joven
la que invadían las persianas de nuestras habitaciones.

La obsesión de los nombre es la historia más real del tiempo.

Ana, Irene, Jimena, Laura, Bea, Mónica.
Todos tenemos nombres que alguna vez
formaron parte o junto al nuestro.

Es una forma distinta de pasado
la de vivir la piel de un nombre ya ausente.

Muchas veces me pregunto
¿Dónde están ellas?
Que fue de sus cuerpos y mi memoria.

Son las voces que te dicen: Estás vivo.

Es la templada claridad de las mañanas
cuando me levanto y miro por mi ventana
esperando tal vez un nombre distinto.

Aún no sé como te llamas.
Hola yo me llamo Alejandro,
este es mi pasado:
Ana, Irene, Bea, Laura, Jimena.
mi futuro eres tú.

Pero no te conozco.
Y no sé, por dónde empezar a buscarme.






martes, 28 de enero de 2014

In White

La apariencia que esconde un cuaderno en blanco
Nunca es más que una falsa tregua instintiva.

Y no es que me juzgue en su blanco infinito,
tampoco es un reclamo de vacío coloreado.
Es por si solo, algo alejado de si mismo.

Es un color feroz el blanco.

No deja hueco al sentimiento,
tampoco al dolor de un color menos hostil.

La pureza que trasciende de su opacidad.
El que todo lo ve, todo lo perdona,
y aún así es un color que no sabe nada.
Es un color que esta todavía por existir.

En su magnificiencia, rey de todo.
Comanda una inmensidad comida de sí misma.

Y no es que juzgue mi blanco infinito.
Pero en ocasiones, me gusta abrir
un cuaderno, cualquiera, al azar.
Y que este pintado por algo.

Corrupto color gastado entre líneas
no se puede escribir nada aquí.

Porque a veces cuesta admitir
que intentamos escribir sobre
lo que no nos pertenece.

Porque da un pavor terrible,
admitir que lo que pertenece,
en este mismo instante.

Es una página en blanco.
Aún por rellenar.

domingo, 26 de enero de 2014

Extinto

La extinción siempre se siente dos veces.

La primera en el instante en el que el polvo
invade las fotografías, comparte su tosquedad
y habita un alquiler hostil de saliva en los ojos.

Lejos de entender la compasión, o el silencio.

La extinción siempre responde a un nombre,
normalmente acomodado, ya sabes, cotidiano
de familia obrera, porque los nombres 
se construyen así en la calle, en las peleas
por construir una ciudad con menos cemento
algo más merecido que el hierro vigilante
de un edificio que en otro tiempo
fue habitante de personas habitadas.

Lejos de entender la extinción.

Sólo se comprende la segunda vez.
Cuando es definitiva.

Y siempre es definitiva,
la definición que exalta una revolución impuesta,
un color más manchado en la camisa,
y una necesidad muy mal negociada
de compartida distancia.

Irene:
Que mal negocio es escribir sabiendo que existes
que yo no me extingo.

O que siempre siento que me voy dos veces.

La primera en el polvo cotidiano de una fotografía.
La segunda...
Nunca la recuerdo...

¿Dónde estoy? Acaso he habitado alguna vez algo.

Menos extranjero que una despedida,
sin una patria que fundar
o un viaje sin una odisea que dure más de 20 años.

La primera vez es menos extranjero el dolor
la segunda nunca termino de extinguirme.


jueves, 23 de enero de 2014

Meada

Te despiertas.
Levantas un mundo de montañas de edredón.
destruyes con pisadas el horizonte lineal
que mantiene unida la verticalidad
y la luz que golpea un cráneo de mañana.

Miras a la izquierda,
derecha,
vuelves a mirar por si acaso
o por si a lo mejor
el mundo ha cambiado
durante tu gesto despiadado
de desprecio
unas instantes felices
de ignorancia frontal.

Caminas.
El sueño todavía vive en el borde de los ojos
y la boca sabe a trasnoche,
Sabes que es de día porque estás de pie
y conoces el gesto amargo del mármol transparente
practicado en la comodidad intrínseca
que sientes al bajarte la bragueta
y apoyar una mano firme contra la pared.

Es como si empujaras al mundo desde la rabia del chorro.

Te giras.
Caminas.
Te despiertas.

Todo parece un imperativo,
constituido en el conflicto social más antiguo del mundo.
Un vigilante digital que marca las siete.

Y a quién coño le importa.

Lo pensarás.
También volverás a pensar en ella
ya que la tregua de la noche
ha finalizado y ahora toca guerra.

Y a quién coño le importa

Eso es lo que pienso cuando recuerdo.
Que ella ahora esta con otro,
y ami lo único que me queda por la mañana
es mear de pie.

Joder, pensarás,
Al menos me queda algo de dignidad.

Pero sigo pensando.

Que no hay ninguna nobleza en aceptar la derrota
Igual que tampoco la hay en mear de pie.

miércoles, 22 de enero de 2014

Pantalones

El desnudo de un cuerpo,
la imagen pura de su verdad
la vida que renace lejos en la piel,
la piel escarbada de una pasión inútil.

Nunca hallará paz en la memoria.

Y yo te imagino siempre desnuda.

Como una cruz astillada en su madera
tu cuerpo, lo que queda de él en mi, Irene.
Sólo sabe habitar una habitación con ojeras
con el lapidario sonido fúnebre de esto.

Bastaría decir que es silencio.
Pero el silencio hace mucho más ruido
aquí arriba en una mente sin habitar.

Muchas veces te imagino desnuda.
otras veces te visto despacio
te pones mi camisa por encima de ti,
desnuda, y sales andando por la puerta.

Otras veces me imagino así como tú.

Desnudo, pero como un desnudo clásico,
en el mármol frío que retiene en su tez rocosa
la infinita terquedad del tiempo.

La gente no lo sabe pero siempre lo intuye.

El verdadero daño de un desnudo
nunca se ve a primera vista, con estos ojos.

El verdadero daño de un desnudo
está en recordar lo que una vez te quite
y ya no podré volver a observar jamás.

La piel escarbada que duele a la vista.
Creo que es hora de que me suba los pantalones.


viernes, 17 de enero de 2014

Una vida de película

No hay ningún tipo de nobleza
en aceptar la derrota.

Que no te engañe la compasión
acertada de un consuelo digno,
tampoco las palabras sisíficas
de la amistad inválida de la
miseria de las habitaciones apagadas.

Sólo entiende de dolor y pecho,
alguien que contempla una tortura
repetida, continua y excluyente,
a quién padece la peor de las enfermedades.

No hay nada digno en haber amado y perder.

Se que el aliento de estas palabras
no arrojan la esperanza que agota
un poco menos cada día unas ganas
de vivir un tanto inciertas.

Créeme, yo también he sido como tú.

Despiadado.

Con la seguridad intrépida de una película
que sabes que el final es una dignidad pactada,
que no habrá lugar a malentendidos de cuerpos
una muerte menos justa, o un beso al final
de los créditos que dan sentido y paz a quien observa.

La vida no se parece tanto a una película
si no, a un poema mediocre,
y no es que la mediocridad sea mala,
es que a veces estoy cansado de vivir mi vida
como un final que no tiene claro,
dónde esta su sitio.


miércoles, 15 de enero de 2014

Invierno es tiempo de Enero

Muchas veces me pregunto,
si pensarás en mi, como pienso yo en ti,
como este paisaje de niebla indigente
con sus lagunas blancas, habitadas
ocupando espacio en mitad de nada
a pesar de todo.

Ninguna parte, ni nadie, merece vivir así.
En niebla, sin ningún sitio que poblar
asfixiando el color que dibuja débilmente
la luz alumbrada de una mirada de vagón vacío.

Y así, metro a metro.

Nada la bruma, el blanco
se vuelve absoluto
igual que un  beso sin cerrar los ojos,
y la música cálida de las hojas secas
en solemne compás de silencio,
átonas y como la vocal
más débil de esta frase,
se mecen precipitadamente
desde el empuje sofocado
del grito eterno de un tiempo
atrapado en su propia eternidad.

Volverá a reír la Primavera me decías.

Pero ahora llora el invierno
una espesura amarga cosmopolita
de bufandas sin cuello,
abrigos abrochados,
y gorros comprometidos
con el ocaso de los cráneos.

Volverá a reír la Primavera
por mucho que me castigue este invierno.

martes, 14 de enero de 2014

Toma de la Bastilla

Con un uniforme de ruido
rodeado de un silencio tenue
mi voz se pega al techo.

El teléfono comunica
y a si sigue, a medio perfil,
colgado de su propia soga
con la respuesta en las manos
y el número todavía que no marca
ninguna dirección.

Se rompe la purga de la línea.

Lejos, al otro lado del cordón,
la intímidad sólo existe si pides permiso,
si no, existe la fuerza de un desnudo diario,
de una ropa menos usada que la nuestra.

Ya sabéis que los recuerdos se gastan así
en la ropa del interior de las lavadoras.

Recuerdo un nombre,
también recuerdo que no quería acordarme
y por consigna, u homenaje
arde el pecho, se astilla la cabeza,
y se unifican las naciones.

Sé que en verdad tu sigues con tu vida.
Irene.

Yo también intento seguir con lo poco que unifico de la mía.

Maldito este cuerpo sin nación,
envuelto en la más cruel de las revoluciones.
Maldito este amor que se desgasta
a pesar de que no exista ya otro cuerpo que lo sujete.


AirMax

Tengo que aprender a afrontar mi vida
con la misma actitud que estos zapatos.

Desde abajo el mundo, mi mundo,
parece un camino irrefutable
algo tan seguro de si mismo
tan convencido de la verdad
atada, por compromiso,
en estos cordones.

Caminar descalzo
sentir la arena entre los dedos,
respirar, otra vez,
y otra, y otra, y otra...
rozar la herida marrón
de la tierra corrupta
por el agua que salpica
desde arriba,
desde allí,
dónde no llega nadie,
dónde no existe horizonte
que no caiga desde la luz compartida
de la más humilde y austera mañana
en la que que sólo sobrevive
la débil luz habitada de un amanecer.

Sí, allí arriba ya no vive nadie,
pero aquí abajo todavía
camina esta piel marrón
de cuerdas como labios
o como lazos de unión
entre lo que se camina
y lo que nunca se ha caminado.

Joder.

Tengo que aprender a caminar,
pero nunca seré capaz de entender,
como se afronta con actitud
que el mundo que te pise desde arriba
sea yo mismo.

lunes, 13 de enero de 2014

El hombre en busca del sentido

Los días vencidos,
aquellos días en los que tranquilos
cede una historia de dos
en el rato de una calle.

No tienen ciudad.

Carecen del espacio necesario
que de razón, o sentido,
ya que la razón nunca debe
de seguir el único sentido
que de razones a nuestra vida,
asfixian lentamente la anchura de esta calle.

Barrio de la Estrella.
Aquí no queda cielo,
el techo uniforme que plantea
el vértigo de los edificios
sólo supone una cima de hormigón 
que se arma con el valor de un hombre.

Yo, ni hombre, ni valor,
viajo por este atajo,
por esta esquina
por la dobladez
desde la que se asoma tu ventana.

Y pienso si con razón o sin ella,
alguna vez tuvo sentido.

Aquella fatalidad que es mirar desde el otro lado de tu ventana.


domingo, 12 de enero de 2014

Negocios sucios

La guerra y la paz son negocios del hambre.

El frío que mantiene viva la llama
que amanecida e interrogada
escoge cada parte de tu vida,
abandonada a el delirio
que por las noches no mantiene
una tregua justa, ni necesaria,
porque es así una continua tormenta
de vidas encontradas
en el rastro levantado de la fundación
de los hogares incompletos
que forman la memoria de uno,
pero no de lo demás,
ni el resto.
Si solamente queda resto
del recuerdo que repite
la misma melodía triste
de un cuerpo que no compartirá más habitaciones.

Irene. ¿Alguna vez has vivido en mi?
¿Alguna vez has vivido en mi de forma alguna?

O lo que me queda es solo un nombre sin pisadas,
una sensación de haber vivido algo distinto
otro dolor que no es el mio.

Cuando vuelvo a casa,
cuando el recuerdo es una llave que abre la puerta
y no hay nadie al otro lado con el que compartir
la soledad tan cotidiana e indiferente de un salón.

Entonces, es cuando me acuerdo.

Me acuerdo de la entrañable sonrisa
que disimulaba una caricia sincera
de convicciones y momentos en los que
agarrar la lentitud de este sofá,
y tender junto a estos huesos
una ruina tan primitiva
como el desnudo de la tierra
que mojada por la lluvia
perdona al cielo cada lágrima
azul.

Las lágrimas siempre son azules,
si rezan por mis ojos.
si visitan tu recuerdo,
o si entienden tan sólo,
que cuando abra la puerta.

Esta soledad sólo me recuerda el sitio
donde solía encontrarte.



sábado, 11 de enero de 2014

Como entender la Literatura. Lección primera.

Aquí desterramos a los hombres.

Entre mundos clásicos, idiomas solitarios,
magos adolescentes,
piratas confinados en la plata,
románticos enamorados de la luna,
calles grises de París,
tragedias inmortales,
batallas en países inventados,
lágrimas de Neruda,
hombres que sienten inútiles
las pasiones de vivir,
cielos que son cielo de este cielo,
sueños que sueños son.

Aquí mueren nuestros héroes.

Porque los hombres somos hijos de los hombres.

viernes, 10 de enero de 2014

Una historia del Bronx

En algunas ocasiones, no sólo en las peores,
yo también se compartir las paredes de mi cuarto,
el ascensor que desafía la verticalidad del bloque,
los zapatos ásperos limpiados con el barro de tu calle.
Hoy es martes y no quedan cartas en el buzón,
tampoco rastro de tu prensa, y mi dominical colgado del teléfono
esperando que me llames al otro lado del frío,
con ese tono de sorpresa preparada
del mismo modo que el timbre de mi voz
al escucharte y preguntarte que es de ti.
Lo siento. No se pedirte perdón, ni las llaves de casa.

jueves, 9 de enero de 2014

Abril

Me gusta imaginarte conmigo, desnuda,
despacio, como Abril, suave, con lluvia.
Me gusta imaginarte sola, en tu habitación,
sin las ataduras de mis palabras al describirte,
ha hacerte real con mis voces, a tenerte a medio
palmo de mi boca, sólo con palabras.
Despacio, desnuda, como Abril.
Me gusta imaginarte sin color,
apoyada en la ventana, preguntándole
a la calle dónde está el mar,
buscando la arena de los parques
los bancos vacíos de palomas,
ese olor a tiempo y ciudad.
Como Abril, despacio, desnudo.
Me cuesta tanto decirte la verdad,
imaginar tus tardes de café
lejos de sonrisas pelirrojas,
ha inventarte en mis historias,
compartir tus aficiones,
que te creas mis mentiras
como antes, del mismo modo que Abril:
Despacio, desnuda.
Y sin embargo, me cuesta tanto amarte con palabras. Como Abril.

miércoles, 8 de enero de 2014

Cartas de Verano: La historia de Ana

Hay relaciones que mueren así,
se vencen salpicadas con la salitre
del rencor y el odio de las palabras
dichas en una terraza de verano.

Y así viven en nosotros
con el corazón roto
colgando del cuello. 

Ya son 3 meses sin gritarte por teléfono,
conviviendo con la expresión más severa
del silencio guardado en un cajón,
junto a tu nombre, Ana.
Al otro lado de las líneas,
en una habitación con vistas a tu cuerpo.

martes, 7 de enero de 2014

Introducción a la Orquídea

Aquí viven ellos, los desterrados,
héroes y villanos. Codiciosos,
nunca contentos con lo que te quitan,
siempre dispuestos a pedirte más
de lo que te corresponde,
tu propia pertenencia.

Se han llevado las palabras,
amistades peligrosas para los labios
en ciertas ocasiones,
tampoco están los demás, -malditos-
sus fotos están veladas y el polvo
se encarniza con cada rostro,
tapan sus historias, desvirtúan hazañas,
la muerte de los mitos más cotidianos.

Y aún así viven castigados en un cajón.
Su recompensa a una vida de falsedad,
mitos y leyendas. Porque así vinimos,
con grandes promesas, incesantes
noches, nombres que no consigues recordar,
tal vez alguna cicatriz en los labios,
posiblemente conversaciones lentas,
dispuestas y con ese empuje adolescente
-Nuestras preguntas siempre se caracterizaron
por no querer saber mucho de ellas mismas-
pero la vida a veces es demasiado sutil
con sus explicaciones y no está dispuesta
a negociar platos rotos o fines sin principios
con ese tono de protesta sacado de contexto y libertad.

Y desde aquí te escribo.
Desde un lugar que no conoces.
Al filo de los años y quemado en una vela.

Feliz aniversario amor, seguramente,
te hayas vuelto a olvidar.
No pasa nada, no te disculpes,
es la falta de costumbre y dignidad.
Lo reconozco: No sin ti, efectivamente.



lunes, 6 de enero de 2014

Viajes lejanos.

Canto a la cólera y a los hombres
pero,  también te canto a ti.

Tú habitante de ciudades  deshabitadas
héroe nocturno de la luna de los taxis
corazón de las miserias callejeras.

También te canto a ti.

Puede que tu historia, habitante,
no sea distinta de las grandes gestas,
que tu vida sea una leyenda repetida
entre olas de asfalto, rascacielos olímpicos,
caprichosos con sus cielos temerarios del cemento,
titanes urbanos.

Uno de tantos y distinto de tan pocos.

Y tu historia, habitante, fundará nuevos mundos,
mundos de automóviles y calles estrechas
de tranvías breves, vagabundos de raíles,
de políticos de barro,
de televisiones cotidianas a partir de las tres.,
de revoluciones impuestas por aquellos
capaces de renunciar a sus sueños.

Quiero decir, habitante, que tu odisea
no será distinta de aquellos viajes
inspirados por musas clásicas.
Seguramente tus sirenas duermen
en los vasos ahogados de los bares,
tus reinos dominaron habitaciones
con números de hotel y noches mal pagadas.
Y el amor este amor tan trágico
vivirá más allá de los aeropuertos
y el azar de sus aviones.

Habitante, viajero, hombre,.
También te canto a ti.
Aunque ya no queden héroes
ni ciudades que fundar.

domingo, 5 de enero de 2014

Palabras con Irene

No sé entender las razones del amor sin tu cuerpo,
las meditaciones dudosas de mis manos.
Sin duda los sentimientos, y nosotros,
comparten esa necesidad de vacío.
El miedo a encontrarse sólo delante de la vida
con la justificación macabra de unos labios solitarios.

A lo mejor no sé entender el amor sin ti,
alejado de mi palabra y el desnudo imaginario
de tus días, repitiendo los saludos que nos faltaron,
y la vida que nunca terminamos de compartir.

Palabras sin Irene

Porque el silencio nos arrebato
de sus labios húmedos
momentos con los que romper
el mundo con los ojos.

Deja que la intimidad de mis palabras
se vuelvan del color de nuestra piel
sorprendida por tu juventud.

Aunque el silencio siempre es cruel con sus denuncias,
yo rompo mi mundo con tus ojos callados
en los momentos más íntimos de nuestros cuerpos.
Mientras la piel se sorprende de tu juventud,
de mi falta de experiencia y del instante
en el que se rompe  el silencio cuando.

En compartida soledad me dices que te vas.

sábado, 4 de enero de 2014

Sin Perdón

Nunca me has perdonado ser un hombre triste.
Yo te recuerdo así, decidida, de pie,
frente a un destierro pactado
puede que conmigo no, pero tú, mi vida
decidiste ser la causa última de mis actos,
la primera en saber que ya no hay amor,
que siempre estaremos unidos
por los mismos lazos que hoy nos separan
porque el ayer, mi mañana, no va jugar
mas partidas nocturnas, clandestinas.
Yo te recuerdo así, sin perdón
y con una voz de tierra de otro invierno.
Hoy he ordenado mi cuarto y me encontrado contigo.
En esta cama que se queja vivimos dos cuerpos,
en aquella esquina te llamaba por teléfono,
en esta misma mesa te escribía cada día,
contra esa puerta nos empujábamos hasta odiarnos.
Pero hoy, me encontrado contigo en mi cuarto
y no sé si son justas mis razones o si alguna vez
me perdonarás el haber sido y seguir siendo un hombre triste.
Nunca me has perdonado ser un hombre triste.
Lo entiendo yo tampoco, pero eso no significa
que no te quiera, como se puede querer a la nostalgia
o las luces apagadas de estas fotografías,
o a esta cama,
o a esta mesa,
o a esta maldita puerta que me recibe cada noche
igual, que no me perdona, ni falta que hace.

Qué triste es que nunca me perdones.

Sólo sé, que tú lo sabes todo sobre mi

Sé que soy un hombre triste,
y está es mi herencia igual
que se heredan lagrimas de otros ojos.
Sé que tengo una vida sencilla
que mis problemas no son mañanas difíciles
familias pobres o hermanos sin hogar,
Sé tan poco sobre mí
Sé que te prometí que sería fuerte
que aguantaría un día más viviendo.
Pero aquí pesan los días y mi vida
empieza a ser una náusea
cuando comienzo a ser feliz
Sé tan poco sobre mí
Sé que no estoy solo.
Pero solo sé que aunque me digas
que me entiendes no sufres esta locura,
no sueñas con el suicidio, no vives
aterrado de vivir, acomplejado por ti mismo
Sé tan poco sobre todo.
Que hay a veces que le busco el sentido más pobre
a esto, intento demostrarme que tiene
un significado delante y detrás de nosotros
que no es una mala pasada.
¿Quién soy?
Siempre me pregunto lo mismo
pero nadie me responde.

Sólo sé que soy un hombre triste.

viernes, 3 de enero de 2014

No sé viajar sin ti, ni sin memoria

No sé viajar sin ti y sin memoria.
Tampoco vivir lejos de tus ciudades
provincianas, de los cuerpos desnudos
que dejamos a medio camino de la luz
y la sombra de tu lámpara.
No sé entender mis labios sin tu boca.
Aprendí los idiomas más solitarios de la noche.
A mirar el techo con los ojos y a empujarlo
sosteniendo la ciudad en el neón de los hoteles,
recogiendo está cama que no es mía
y que posiblemente mañana la invadan
otros cuerpos sin historias, derrotados,
como yo cuando te busco en el espejo
y me encuentro inesperadamente al otro lado,
esperando que me llames al teléfono,
y cogerlo y decirte que ya estoy llegando,
que sólo quedan diez minutos entre mi sombra
y tu ventana, que te espero donde siempre
escondido en tu calle para que tus padres
no nos vean, y piensen que me perdonas.
Siempre llego pronto, antes de tus diez.
Entonces me abrazas despacio y sin mirarme,
ya sabes que siempre me gusta oler tu pelo,
rodear tu silueta y desafiarte a aguantar
sujetada contra mi, con los pies de puntillas
y el verano a la espalda.
Entonces me miras frente a frente buscando
cosquillas en mis ojos y tu risa se enciende
en la farola, resuena por la calle y me das
en la mejilla un regalo, tu nombre sin tus labios.
Son la diez, tus diez, te esperan en casa y a mi en la parada.
Y como si no nos conociéramos me sueltas
y me dejas colgado
y me rindo
y los dos huimos como cuando tu me querías
y yo, nunca vuelvo a ser yo,
Aunque yo nunca pedí ser tú para entenderme sin ti
todavía te tengo en la memoria, en mis viajes.


jueves, 2 de enero de 2014

Todos mis viajes

Sé, que tú también conoces
las caídas de los grandes gigantes,
que has oído hablar de los hombres
de sus ciudades habitadas,
inhóspitas, levantadas con palabras
de ternura y odio.
También sé, que tu mundo, a veces,
se quema en el orgullo de tu pañuelo,
que tus bolsillos se llenan de arena
de otras playas y tus castillos
se levantan con amores de verano,
rastrillos y palas de maleta,
olor a gasolina seca, pegada
en los asientos salpicados de orillas.
Intento saber por qué tus autopistas
conducen por la noche debajo de faros
cansados, caminos comarcales,
sintiendo las conversaciones inexactas
sobre cuando llegamos o a dónde nos llevamos,
más al fondo, tal vez, a los pies de una cama sórdida
o la voz apagada de estos automóviles
llenos de amor, de historias de la vida oculta
del viajero que se presta a luchar contra gigantes,
a levantar ciudades habitadas,
coronando playas sin arena y bebiendo pétalos de sal,
buscando con la urgencia escurridiza de un adolescente
la excusa de tu boca al parar el coche, sentir el rojo
en el semáforo y dejar el manos libres
a riesgo de llamadas de conveniencia con tu madre,
me refiero a la costumbre desastrosa de buscarnos
más allá de tu habitación, poblada de mi aliento,
del criterio inamovible de sentirse viajero
de tus pósters, de París, Venecia, Amsterdan,
el lado que amanece al lado de tu cama de Londres.
Pero sin duda alguna también sé, sin miedo a equivocarme,
que mi viaje preferido eres tú todas las mañanas,
desde que despegamos con lo puesto de tu cama,
hasta que navegamos hasta hundirnos debajo de tus escaleras,
y hasta que espero que me beses en la última estación.
Porque de todos mis viajes, mi lugar favorito eres tú.


miércoles, 1 de enero de 2014

Cartas a Machado

Míralos, deben ser los hombres
más tristes de la tierra, infelices.
Pero caminan, siempre caminan,
más allá del invierno, prometido
y gris, como sus ojos negros
habitados por la indiferencia,
esculpidos con canciones lejanas
con ciudades cálidas, arrinconadas
entre la verdad y la vida,. Si es que
acaso es su vida una mentira
o un viaje sin patria. Extranjeros.
Míralos, infelices.
Son los hombres más tristes.
Aquellos que renunciaron
a llamar suyo el hogar y sus mujeres.
Son extraños, no quieren hacer ruido
no llevan equipaje, tampoco llevan vida.

Deben ser los ojos más grises
que caminan solitarios por Castilla.

No soy justo, tampoco desmedido

Aprender a ver un desnudo nunca es fácil.
Aceptar vivir con los ojos cerrados para verte,
sentir la figura desafiante de tu cuerpo
frente a las mil empalizadas que te cercan
allí , en la frontera más débil de tu cama.
Lejos de la gente y su ropa desabrochada
o de la justa piel, nuestras pieles,
el sudor sucio de los que sufren el agobio
por someter las bocas blancas de los ojos,
las pupilas más rosas de los labios.
Verte desnuda nunca fue fácil,
pero pensar que pude hacerlo
da sentido a mis noches,
da justicia a mi cuerpo.

Aprendí a mirarte despacio, sin ropa, sin conciencia, sin ti.

Aprendí a verte sin que tú te dieras cuenta.