Nunca
me has perdonado ser un hombre triste.
Yo
te recuerdo así, decidida, de pie,
frente a un destierro pactado
puede que conmigo no, pero tú, mi vida
decidiste ser la causa última de mis actos,
la primera en saber que ya no hay amor,
que siempre estaremos unidos
por los mismos lazos que hoy nos separan
porque el ayer, mi mañana, no va jugar
mas partidas nocturnas, clandestinas.
frente a un destierro pactado
puede que conmigo no, pero tú, mi vida
decidiste ser la causa última de mis actos,
la primera en saber que ya no hay amor,
que siempre estaremos unidos
por los mismos lazos que hoy nos separan
porque el ayer, mi mañana, no va jugar
mas partidas nocturnas, clandestinas.
Yo
te recuerdo así, sin perdón
y con una voz de tierra de otro invierno.
y con una voz de tierra de otro invierno.
Hoy
he ordenado mi cuarto y me encontrado contigo.
En esta cama que se queja vivimos dos cuerpos,
en aquella esquina te llamaba por teléfono,
en esta misma mesa te escribía cada día,
contra esa puerta nos empujábamos hasta odiarnos.
Pero hoy, me encontrado contigo en mi cuarto
y no sé si son justas mis razones o si alguna vez
me perdonarás el haber sido y seguir siendo un hombre triste.
En esta cama que se queja vivimos dos cuerpos,
en aquella esquina te llamaba por teléfono,
en esta misma mesa te escribía cada día,
contra esa puerta nos empujábamos hasta odiarnos.
Pero hoy, me encontrado contigo en mi cuarto
y no sé si son justas mis razones o si alguna vez
me perdonarás el haber sido y seguir siendo un hombre triste.
Nunca
me has perdonado ser un hombre triste.
Lo entiendo yo tampoco, pero eso no significa
que no te quiera, como se puede querer a la nostalgia
o las luces apagadas de estas fotografías,
o a esta cama,
o a esta mesa,
o a esta maldita puerta que me recibe cada noche
igual, que no me perdona, ni falta que hace.
Lo entiendo yo tampoco, pero eso no significa
que no te quiera, como se puede querer a la nostalgia
o las luces apagadas de estas fotografías,
o a esta cama,
o a esta mesa,
o a esta maldita puerta que me recibe cada noche
igual, que no me perdona, ni falta que hace.
Qué
triste es que nunca me perdones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario