sábado, 22 de febrero de 2014

El hombre que inventó Manhattan. Diario de viaje 2

Zo despierta por segunda vez, es de noche.
Las uñas pintadas por desgarrar una piel blanca
desarma mis ojeras si soy yo el que duerme a su lado.

Rota. La pequeña musa de ciudad contemporánea
se despierta como cada noche a eso de las 3:30.

Esta ciudad le pertenece a ella, o lo intenta.

La pertenencia cansada del caos y la urbe
que le hacen andar dos avenidas
cruzar cuatro giros y respirar humo y clase baja.

Brooklyn es un puente apoyado en mi poema,
ella lo cruza despacio, como saboreando
los preludios de gesta e ignorancia que
anteceden a un viaje lejos de los límites
de las alcantarillas de una calle de North Haverbrook.

Ella es feliz, pero no lo sabe todavía.

Desde el libro que narra las historias de Manhattan
la observo alejarse de noche, no duerme la azotea,
parece desesperada por respirar otro cielo más azul,
aunque lo único azul que espía sus movimientos
son estos ojos de terraza y una palabra malsonante.

Sale de mi boca, escupo el ego que esta aún por decidir
y de repente nuestras miradas se mezclan con el fuego
que se alterna entre mi mechero y el aire que quemo.

Alomejor es la calma que encharca los pulmones,
eso, o ella sonríe desde la calle, estas avenidas...
Estas avenidas habitadas por razas y colores en la piel
me impiden verla, se aleja sonriendo, pícara e infantil.

Es como un recuerdo de tacones y cierta elegancia,
como cuando ves a la chica más bonita de la fiesta
y la intentas sacar a bailar aunque uno es torpe.

Pero parece que ella baila sola, no necesita a nadie que la enseñe a caminar.

Pero ella es feliz y lo sabe.
Porque tranquila este poema la saca siempre a bailar.
Mientras duermen los labios descansados de Manhattan.

Y mis negocios consisten en dibujarla sonriendo
en el filo de la 5ª entre la tienda de licor
y la estatua libre que sujeta su pelo
como un fino hilo que hace que nunca me pierda.

En el laberinto adultero que son mis pensamientos
imaginándola bailando desnuda en los brazos de Manhattan.

Segundo Día.

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