jueves, 1 de diciembre de 2016

Templado

Entre cuerpo y cuerpo
la gravedad que nos
separa, es una esfera
pulida y seccionada
de cráneo a cráneo.

Brota el color negro
la pupila se dilata.
Siento la inmensidad
tan pequeña y redonda.

¿Puede mostrar piedad
algo infinito cuándo se para?

Consume el primer beso.
Caen los dientes de leche,
su perfume putrefacto
el pánico impactado
en la encía
sangra las últimas
sílabas de tu espectro.

Y la entraña, y el Edén,
y la carne y las rosas.

Pintura fresca derretida
con la yema aún caliente.

Desnudos y opuestos
se completan carne y hueso;
El nervio o el tejido
virginal de la palabra
antes que la sal sin saciar
del globo.

Redonda, inmensa,
infinita, pequeña.

Y así la estación
vuelve a masturbarse.

El tiempo no muestra piedad.

Y recuerdo tu primer beso
como algo parado en el pecho,
aún caliente.

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