Rodea fina las cerdas
de la cuerda apretadas
como un rumor suspendido.
Muerde la yugular
pero no brota
ni corren manos
cerca de la verticalidad.
Y se estremece
el recuerdo
pero no llueve.
Tampoco tiene clima
el globo marrón
atado a tus pestañas.
Huele al dolor alineado
de un cuerpo en el delirio.
No hay tanta diferencia
entre el orgullo y el orgasmo.
Traga, saborea, conjúgalo.
Ambas palabras dependen
de plurales sin prejuicios.
El clímax alcanza la vértebra
cuando se rompe a la altura
del corazón y bombea nervioso
una imagen derrumbada.
La nieve y las flores
en paz, se tocan delicadas.
No existe orgullo en el color
de sus lunas.
Unas veces negra y escondida.
Otras plena y blanca.
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