viernes, 16 de diciembre de 2016

Infinitos anteriores

Abres el adjetivo
convocado, y como
un licor trasparente
tus mejillas emborrachan
la intuición común
de una despedida.

Aún no ha terminado
de brotar la tristeza.

Quise tocar tantas sombras.

Perseguido por un fantasma
en la pared.

Se parecen a los círculos
que rompen grano a grano
el tiempo goteado
y vertido encima de algo
tan absurdo y despellejado.

¿Quién no reconoce el alma
que hay en los objetos?

El adorno intacto, tu espectro,
hablo de la esencia que
dejan las cosas, los olores,
el tacto infinito de algo
tocado con anterioridad
por ti.

El límite aún caliente
del Verano en el que
conocimos la pobreza
y la ausencia de ropa.

Por qué te despides
de mi así, tranquilamente
al margen de la edad
que tengamos, sentiría
igual caer la arena
hacia arriba de la copa
partida en dos rombos
que nos conceden
los últimos resquicios.

Y un último adjetivo sincero
que se pronuncia como
un hechizo antiguo y común.

El amor es... lo que te digan los demás.

Para mí es... cada vez que te veo
infinita y tocada
en mi anterioridad.


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