Piensas en el dialogo
secreto de mis manos
desnudándote frente a frente,
intuyendo las direcciones
de los dedos enroscados
en el límite entre piel
y carisma, lo que diferencia
a los hombres, lo que enmudece
debajo a las mujeres.
Entre yo y la guerra.
Entre yo y la muerte.
El mundo se estrecha
y no madura ya la ambición
de un beso aquí o allí.
Hace tiempo que pienso
que en la oscuridad
se agitan los cuerpos
distintos, como buscando
ciegamente algo que no se
ve a la luz.
Se derraman en el líquido fértil,
buscando lo que fluye igual
que un reguero goteado
de carne y tiempo.
¿Recuerdas cómo envejece la piel
en los relatos que se oxidan
en los nombres de los que antes
enmudecían o estrechaban tu nombre?
Aquí abajo.
Dónde la lengua parte en dos
lo que te hace tan mujer.
Y hace enmudecer mis labios salpicados.
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