jueves, 22 de diciembre de 2016

Dacia

En el diálogo tranquilo
de la noche ya no
queda ningún homenaje.

La muerte nos tocó en el
momento que comenzamos
a amar.

La adolescente nocturnidad
y la prisa pausada de la
ciudad cuando nadie
la camina.

¿Quiénes cruzan los semáforos?
Ellos también se paran.

Aunque no conozcas
la traducción
ni los colores
de sus voces.

¿Recuerdas el trayecto hasta mi coche?

O tal vez.

La primera vez que exploramos
juntos la intimidad amortiguada
en la parte trasera de aquel
tanque blanco traído del este.

Tú me contaste quién eras
y yo escuchaba quién quería ser.

Pero la muerte no elige los momentos.

Y amar esperando que ocurran
las cosas es todo lo que nos queda
cuando estamos lejos de la ciudad,
y ya nadie cruza los semáforos.


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