Te abrieron desde la mandíbula
al sexo.
Huésped de Dios.
Pinté con tu sangre mi piel,
Comí de tu carne,
y sacié el apetito
de los ángulos que se invierten
obtusos de boca a boca.
Sabe dulce y blanco como una oración.
Es una pupila negra la rutina hinchada
que observa detenidamente
como penetra el tiempo y se cobija
para crecer más apartado.
El oxígeno tiene ese color leve
de dar vida por accidente
en el vértigo de los átomos.
"El Sol ahora es negro, y no puedo ver el día"
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