Cubriste la corona de huesos.
Por qué este altar se corrompe
con el silencioso paso de las hojas,
el baile lento del frío
dando forma a un cuerpo
incompleto.
Y si tu figura, no fuera afilada
con las costillas envenenadas
que rodean mi pecho,
Por qué iba a ser distinto
cómo pasa el tiempo
en cada beso.
Los fantasmas han venido hoy a recordarte.
De pie sobre la lápida
nombres, que sólo
se escuchan en el peso
ligero y redondo
de las pupilas.
Y si tu nombre, no significara
que estás en alguna parte
apartada de mi.
Si tu piel no manchara
mis manos con el mismo abismo
de carne entre hueso y hueso.
Entregaría la memoria,
su venganza infinita y repetida.
Plasma viscoso y escurridizo
mis muñecas ya no sujetan
tu peso muerto.
Ahora el vacío rellena
el latido.
Y en la oscuridad
no alcanza a rozar mi piel
entre tus huesos.
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