miércoles, 30 de julio de 2014

TDT

Cualquier tiempo remoto funciona a distancia.

Distancias separadas.

Tengo distintos lugares para colocar
todos los desordenes que  no termino
de recoger.

Recoger una habitación y vaciar el armario.
Poner las zapatillas en la ventana,
la ropa tendida en la silla que gira
izando las banderas semanales
de los pantalones bajados
y las camisas a la fuerza.

Nos ponemos siempre la misma ropa para no equivocarnos de persona.

Etiquetas para valorar más las distancias,
marcas en la ropa para cuidar mas la piel,
parecer una extraña serpiente
en la fauna salvaje de una habitación
cualquier Martes.

Cazar trofeos para, tal vez,
quitarte el desorden y parecer
que todo es correcto así,
desde el caos, un perfecto orden imperfecto.

Mudar es una disciplina de sangre fría
hace falta mucho calor y tal vez alguien
que abra la ventana, se siente en la silla,
y me baje los pantalones a la fuerza.

Dicho así, suena salvaje, furtivo y animal.

Cuando abro las habitaciones,
cuando huele a cerrado en mi memoria.

Te pienso así, salvaje animal furtivo.

Sin pantalones, y con mi camisa, en otro orden de cosas.

Aunque no se puede ordenar nada así,
no te encuentro debajo de la ropa.

Extraña piel remota, puesta a distancia.

Separada.

En cualquier habitación también amanece dócil
una luz amaestrada con el plomo de las pupilas.
Pestañas arriba. Melenas que delatan sexo o soledad.

Solamente sexo practicado solo, solamente.

Te delatan las manos, todavía no has cogido nada de la silla
y pisas las ventanas con los ojos, resolviendo dónde colgar
el siguiente par, que aparente que eres un animal embrutecido.

Violencia en las uñas cuando no tienes a nadie que morder.

Nada que objetar, huele a cerrado, coges el mando
enciendes el televisor, separando la distancia otra vez.

Remotamente.

Rutina de animal herido, terrible depredador bípedo.
Rey de la selva del sofá.

Haz la cama, nadie va a venir a deshacerla por ti.

Este cuarto huele a cerrado cuando tú no estás.
Y cuando ella no está, no huele a nada,
no te das cuenta de que nunca a estado aquí.

Te toca levantarte otra vez a cambiar de memoria
a esta no le quedan ya más pilas.

Huele a meada.


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