miércoles, 2 de julio de 2014

Mayoría de Edad

Fundar las cuencas de los ojos,
entorpecer el beso frío de los iris,
sentir el marrón en los colores de la música,
tú, cuerpo delgado, habitante del silencio
de las casas y las habitaciones sin pintar.

Compartes el mismo nombre que me negaron al decirte.

Y te digo, aún así digo, desnuda y sin decir
ni la mitad de lo que dice tu silencio en mi cabeza.

Eres la razón más justa entre la piel
y lo que apalabrar antes de llegar a el mismo acuerdo.

Cuerdas para sujetar un cuerpo
que admite la tensión del fino hilo
que separa la carne de la piel
cuando el sudor corrompe el olor
que seca la ropa después de lavarla.

Yo me lavo siempre las manos antes de tocarte
me educaron así, con un ideal católico y practicante.

Porque practico siempre los mismos errores.

Pensar, antes que nada, en decirte así,
tocarte desnuda sin ser tan torpe y primitivo
como el primer beso de una adolescencia madura.

El hábito hace ser partidario de un hogar de clausuras.

Cada bestia negra es una serpiente enredada
en el estómago corrupto de los cuervos.

Una frase oscura, que justifique siempre todas mis edades.

Ninguna respuesta es absoluta.
Un poema vale por si sólo todas la veces que se dice.

De memoria y con la misma carrerilla
dispuesta a desabrochar el interior de tu vergüenza.

Pero aquí dentro soy un personaje pudoroso.

Por eso siempre salgo fuera, para poder ver desnudo,
tú, cuerpo delgado, huesos de maderas y ojos sin pintar.

El cuervo de Poe es el verano ausente en Diciembre,
es el orgullo de los leones haciendo honor a las canas de mujer.

Y escribí: ``Nunca más´´

De carrerilla,
sin memoria,
y con la prisa
con la que se viste.

El dolor adolescente con el que se lee un poema por primera vez.
Aunque nunca más se vuelvan a leer las misma canas
por la edad incierta con la que habitas en un poema sin llegar a cumplir.

Tú, mayoría de edad.


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