lunes, 28 de julio de 2014

Occidente Medio

Siempre ha sido el villano.

Nómada de hogares sin ordenar,
eres carroña de neutralidad fotográfica.

Un pensamiento para una casa vacía.

Tus gafas reflejan una vista cansada,
mayor, como comprometida con el tiempo
y la experiencia de quitarse las lentillas
para ver mejor, sentir que la juventud
es un estado con el que pasa la vida
en las retinas y se dice con el olor
      de un cuerpo sobre otro.

Mueble sobre mueble.

El sabor de la cocina cuando
preparas todas las trincheras
y la guerra civil se impone
solucionando la hermandad
de las cosas necesarias.

Cosas necesarias: Un cepillo.
El sofá, camas sin hacer,
cuartos de baño públicos
y privados.
Salones negociados en la paz y la quietud.

Banderas sin asta para una cena fría.

Que cotidiano es vivir así, en conflicto.
Como si fuera necesario estar descontento
y agradecido con la patria de los calcetines descalzos,
las lavadoras almirantes de sangre de jabón.

Instruir una secadora por si me salpico.

La guerra hace al hombre y también hace habitaciones.

No necesito entender más una frontera
es una línea que separa lo obvio.

Aquí estás tú. Y aquí,
nunca estaré yo.

Las líneas no son justas nunca dan dos partes iguales.

Si esto fuera justo, si fueras justa como está línea del suelo.
No sería necesario estar aquí o allí, ni en el medio.

Sería obvio que no necesitaríamos dos partes iguales.

Que humillación tan desigual para alguien que no le han dejado elegir bando.
Alguien que no puede decidir si está contigo o contra mi.

Contra yo. Jamás.

Practico un nuevo terrorismo. Hago apología de tu habitación sin ordenar.






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