lunes, 21 de julio de 2014

Carla

Carla no conoce la palabra ojala.

Ella es un invierno propio,
un pequeño pellizco sujetado
en las decisiones o las sonrisas.

Nunca piensa lo que dice,
porque se dice ella siempre para sí

Un puñado de Atrezzo para disimular la vía.

Una nube por cada ojo,
un cielo mirado desde la cocina,
o desde los escaparates de Madrid.

Escaparse, huir, es un acto de exilio personal.

Te alejas de ti misma porque la paz es para los cobardes.

Y yo cuando te miro así, frente a frente,
y tú me dices que no te gustan que te miren, así,
de ojo a nube, desordeno los cuerpos.
Pongo un beso donde no debo,
o te sujeto de las manos contra la pared
como si ser un rehén fuera algo complicado.

No existen para ti momentos erróneos, sino fueras de lugar.

Eres así de triste porque el invierno te hizo blanca,
Complicada soledad una vez bisiesta cada 4 años,
los naufragios oportunos para cualquier bebedor de asfalto
cuando el verano es una playa quemada de Madrid.

La capital de los idiomas cuando no sabes que decirme.

Fiebre para la memoria cuando enfría el pasado,
tienes dentro más dolor que ``sez´´
Pena y un montón de deudas que pagar con piel,
tu alma en carne viva cuando me apuesto la ropa
a que por un puñado de lluvia serías capaz de ser feliz.

Mojarte o morderte los labios si te beso y me dices que no lo sientes.
Que lo que siento es no ser capaz de ser así,
sin ropa y con un puñado de lluvia para que sonrías invierno.

Lola, te guardas las llaves de tu casa en el sujetador.
Es un momento íntimo y lo comprendo a mi también
me gustaría vivir en un hogar así de extraño y joven.

Tocarte las brechas por si acaso te desnudas y no estoy allí para verte.

Carla, no sangras porque las ruinas ya se secaron
y tú eres como la eterna pasión joven de un mármol
que intenta explicar que el frío y el invierno es así
en cada una de sus distintas respuestas.

La respuesta siempre es el desnudo más sencillo,
el que te quita la ropa por repulsión a la piedra que te envuelve.

Mujer por rutina o por excusa,
paladeas el sabor de un beso que nunca te supo a tanto.

Tanto en cuanto nunca voy a saber distinto a como
puedo llegar a saber, en una lengua que sabe a polvo.
Carla tengo la boca llena de arena,
lo digo, porque el tiempo aquí me sabe a poco.

Podemos compartir el infierno también si quieres,
seguro que es un sitio más acogedor que tu invierno,
por lo menos sé, que seguro que hace calor y te puedo quitar la ropa
sin necesidad de tener frío cuando lo haces.

Un invierno propio y un verano que no acaba contigo.

Carla.
Ojala conocieras el significado de la palabra orgullo, o por lo menos de esta, ojala.

Un orgullo tan propio como el invierno cuando te doy un beso.
Y me pasas, porque tenías que pasar(me).



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