jueves, 27 de marzo de 2014

Transición

Perdonad la gravedad de la voz, uno va teniendo ya una edad,
y la juventud es sólo una voz compartida por la generación.

Hay ancestros más eternos que el coloso indómito de la juventud.

Lo digo porque aquí me siento menos hundido
cuando entre todos levantamos la misma mano
rezando a dioses tan distintos como los credos
que cada padre enseña a repetir a sus hijos.

Buenos salvajes criados con la cautividad de una madre.

Nunca hablo de política, no me gusta comer en la mesa,
tampoco me gusta la compañía ofendida del tenedor
que pincha la carne roja de la revolución.

Hace tiempo que hablo como un abuelo.
Hablo lejano, como en blanco y negro,
Hablo como hablaría si tuviese edad.

Lo cierto es que para mi la juventud sigue siendo un estadio de memoria.
La experiencia se adquiere por edad no por patriotismo.

Defender una historia siempre se defiende desde el color
que se acentúa en la bandera, no siempre son los tres iguales.

Igual que no siempre soy el mismo color.
Supongo que padezco la misma enfermedad siempre.

Perdonad la tos y el carraspeo del cráneo, uno cree que va teniendo una edad.
Y ni siquiera he aprendido a pintar la bandera que yo quiera con mi color.

Da igual, al final la sangre siempre mancha las manos que sujetan estas astillas.

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