lunes, 24 de marzo de 2014

Escuela de Odio. EGB

Arena en vez de tiempo, me alimenta su mantequilla podrida.

Por dentro con el abrigo compartido
de la soledad desenfocada desde el borde,
no existe más enjambre que la rutina
que se impone a pesar de su semana.

La rutina de cambiar y ser siempre el mismo.

Te cambias la mirada, te miras sin la ropa,
te pones la lógica encima de la cabeza,
ya sabes, por si acaso piensas más
de lo que podrías razonar sin el color.

Ámbar con un olor frío de droga.
Últimos minutos de minoría.

La asfixia sólo es un recuerdo atrapado
en los icebergs que hunden la cabeza.
El límite siempre está detrás de dónde
pretendes llegar a pesar de forzar el daño.

Se aguanta Madriz desde la última d.

Decidir cada gramo de felicidad
siempre cuesta lo que se entiende por peseta.

25 duros a pesar de ser un chico malo.

El estómago siempre gira con la misma peonza
la infancia se impone por edad y por el odio de los padres.
No sé volver a casa sin una mano
que acoja las recaídas de un anonimato civil.

Escribís todos igual, siempre intentáis imponer vuestra tristeza.
Nunca entenderéis que cada nostalgia pertenece a pasados distintos.

Son intentos de heridas, de distintas vidas encontradas.
Te odio, largo.

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