lunes, 9 de enero de 2017

† † †

El holocausto de las flores.

Germina en punta
su vulva intacta,
aquella flor sin abrir.

Raza a raza
amontonan
en silencio
el susurro
añil de los estambres.

Y ahora el fuego purifica
palabras que no estaban
escritas, pero las sentías.

Desde lo alto del altar
la catástrofe, los dientes
del buey recelan
y se derrama la sangre.

Atraviesa mi costado
hunde en mi pecho
la memoria de nuestros
cuerpos ardiendo
bajo el pétalo
infestado por la plaga
del amor.

Se reproduce sin secuelas.

¿Siempre es lo mismo el amor?

Entonces; por qué cambiamos
de personas.

Aquí yace el Ángel,

Dónde antes, tú y yo,
yacimos igual que él
en su espora blanca.

Temeroso de Dios.

Apuñale todas sus vírgenes,

No querían un hijo, de un hombre como yo.

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