domingo, 10 de agosto de 2014

La verdadera historia de porque no tengo gato y leo a Poe

El hambre se cura con hierro en la garganta.

Suena el tambor de guerra justo antes de la bala,
prometes curas de insomnio y conciencias últimas.

El gatillo es un animal herido fácil de tocar.

Y lo último que escuchas es el beso insondable del plomo.

Un silencio último, de villano, risas enlatadas
y la dama que no es salvada por el héroe.

No quedan héroes aquí.

Prozac es la solución para una felicidad de receta.

Empolvame la nariz que hoy salgo de aquí
y necesito disimular, ser menos yo, y más
como espera la gente que sea con ellos.

Existen cánceres sociales, condiciones
no extirpables de la gente que actúa por enfermedad.

Ser humano o animal.

Las armas apacibles preparadas para cualquier paz.

Repudia.
Negación.
Rechazo.
Silencio.

Y preguntas repetidas.

Anorexia practicada por un mundo que te come.

Escúpela, la última pastilla para no dormir.
¿Quién quiere vivir en un continuo consejo médico?
No consumir, preferiblemente, por motivos de salud mental.

Sólo eres feliz cuando llueve y suena esa canción de basura de fondo.

La esquizofrenia es un motivo doblemente tuyo cuando me hablas.

Por eso me hago siempre la misma pregunta.

¿Quién eres y que te he hecho?
¿No te vale con ser yo, además quieres que sea como tú?

Un animal disparado y social, incomprendido, enfermo.

El último héroe enlatado cuando todos ríen y tú no sabes dónde ni cómo llorar.

Suena el último tambor, suenas a voz de conciencia última,
y lo último que escuchas, es el beso de tu madre.

Tengo hambre mamá ¿Qué hay para cenar?
Da igual, cualquier cañería interior sabe a plomo.
Cenas frío.

La venganza se quedó sin plato cuando vino,
comprendió que no sabía a nada.

Tenía los dientes podridos de pronunciar escoria.

¿Te ríes de mí? En acústico suena todo más crudo.

Revólver es el único motivo que conozco para volverte a disparar.





No hay comentarios:

Publicar un comentario