martes, 12 de agosto de 2014

Elegirme por descarte

Si tuviera que elegir,
si pudiera elegirte.

No sería mi elección pintar tu cuerpo de verano.

Escogería, a lo mejor, una sombra de terraza,
un pedazo de mar escapado entre los dedos
sujetando barcos de sal, varados en la arruga
de las manos repetidas al tocar lo intachable.

No. Tu color, mirarte por primera vez
y que no me sorprenda, esa necesidad
de habitación, de intento de compañía,
guerra de guerrillas y ventanas con vistas
de ladrillo fácil, días impares de metropolitano
esperando encontrarte en la próxima parada,
como una casualidad elegida al azar, o al alzar,
la mano preguntando en clase para que te gires
y sepas que existe una voz distinta de las nuestras
preguntando quién eres, y porque te llamas con
ese nombre tan tuyo.

Las líneas delgadas son horcas pacíficas cada día.

No. si tuviera que elegir.
Elegiría 20 palabras que todavía no te he dicho.

Que no diré.

Decirte, cuando te veo, me refiero,
requiere un ejercicio de impersonalidad,
de verbos dichos y aún por decir.

Existen momentos primeros y momentos últimos.

Últimamente, primero existo, insisto respeta mi impersonalidad.
Digo palabras dichas por otros,
pido que sean ellos los que me digan
lo que yo no sé decirte, resolverte.

Ser un acertijo es complicado.
Preguntan y preguntas.

Esperas que alguien de la solución que a ti no te han dado.

Me pregunto:
Si tuviera que elegir,
si pudiera elegirte.

Elegiría 20 palabras al azar, dichas por otros.
Diría 20 acertijos que tú siempre me cuestionas.

Invierno, impersonal, identidad, blanco, tiempo
cualquiera, no-colores, mármol, sobriedad, negro,
elegancia, expresión, rostro, fotografías, exigencia,
perfeccionismo, decepción, nostalgia, frío, 90´s.

Estar solo duele porque no podemos elegirnos.

Pero duele más, no tener más de 20 palabras,
porque ya no sabes que preguntar.

Date por resuelta.




No hay comentarios:

Publicar un comentario