lunes, 4 de agosto de 2014

Anatomía del verbo palabra

Pilas de huesos de los primeros hombres.

Piel sobre piel, lobos domados,
pelajes de colmillos amarillos
quemados por el beso del tabaco.

Tribus inexpertas de señores de la guerra.

El contrabando de elegir una nación a la que unirse.

Muchas veces me preguntas que será de nosotros.
Clan o familia, un lugar del que proceder y que
aquí nadie nos pregunte de dónde venimos.

¿De dónde vienes, extranjero?

Te pintaste el cuerpo con barro de tierra de nadie.

El horizonte, aún así, da una vuelta más cuando llegas
no terminas de llegar a ningún sol pintado al final.

Cuando las tribus de los primeros hombres apilaron sus huesos,
antepasados, y antepresentes, fueron generaciones de muchachos
últimos.

Adverbios utilizados para verbos que nunca llegaron a ser dichos.
Un adjetivo mal utilizado para una cualidad poco útil de las cosas.

Al principio todo fue así, un caos de cosas dichas por primera vez.

La palabra no estaba tocada por la lengua y el coraje de Dios
era el crimen más primero de cada hombre.

Las cosas necesitan de las cosas para ser.

El hombre puso nombre a las cosas.
Apiló huesos, humedeció memorias,
despellejo cuerpos y domó bestias terribles.

Todo ángel es terrible.
   Y la belleza también.

Que todo lo que toques con la lengua
se diga cuando se tenga que decir.
Sácate la carne de los ojos si me muerdes.

Huésped de sintaxis.
Verbo, marfil dicho por primera vez.

Desnúdate los dedos primero, antes de quitarme la ropa.
O las palabras.

Pero apila los huesos de uno en uno, es importante el orden
en el que se dicen las cosas.

Primero digo quién, luego qué y por qué.

El problema contigo siempre es cúando y dónde.
 Pero sólo si es pregunta.



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