miércoles, 16 de abril de 2014

Diarios

La palabra diario es una palabra repetida.

Igual que siempre se repite el Sol.
Supongo que él siempre es el mismo,
sólo cambia el color con el que amanece
es distinto el olor si se comparte con un altavoz.

¿No escuchas como amanece el silencio cuando es de noche?

Diario o nocturno se repiten las palabras.
Repito pronombres que sustituyen una identidad,
una forma de ser aquí y ahora o nunca.

Nunca soy aquí y ahora. 

Tacho pieles en la espalda del armario
porque la memoria de la madera
es el serrín que esparzo por mi habitación.

Cuando saco una camisa del fondo,
o desabrocho un cinturón de un pantalón colgado.

Me recuerdo a mi mismo en la ropa de otro.
Otro que te quitaba la ropa y se llenaba de serrín.

Existe ropa de calle más digna que la derrota de los chándales.
Existen sonrisas más dóciles que las mentiras de un espejo.

El color de los ojos hoy lo decidirán tus tacones,
la altura convencida de vértigo, la falda de la piel
cuando las piernas sujetan el encaje del vestido.

Una lágrima de rímel por cada párpado cansado. 

Sin crepúsculo que cerrar, escribes un diario,
las mismas palabras en distintas pieles.
Para mí el papel es la piel más sincera de los árboles.

Tállame la vida en el madero.
De la misma madera que se talla la ropa en el armario.

Diariamente y con las mismas palabras:
Intenciones repetidas esculpen nombres extintos.






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