Sólo un poema es bueno
si está manoseado de recuerdos.
Como un hombre agotado
siempre vuelve a casa.
Visita sin avisar,
llama a la puerta
y pide nostalgía y treguas.
La franqueza de su interrogatorio
siempre nos pide exámenes de conciencia
y dolor de los pecados.
Los mejores poemas son penitencias de otros.
No se ajustan a la verdad
siempre se ponen de parte del otro.
Hablo de ti lector,
que me lees y entiendes este dolor
a través de mis palabras.
Puedes llegar a sentir la asfixia
que existe entre una coma,
y un punto al final del verso.
Que sentencia.
Que elige su propia palabra
para decidir si empieza
o si se deshace.
La poesía es la voz del otro.
Y yo nunca se ponerme en el lugar de los demás.
Sobretodo cuando soy yo mismo quien me leo.
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