viernes, 27 de junio de 2014

Nikon D3100

Mides la oscuridad con decibelios,
la música pactada es como la inquietud en un poema.

Siempre sabes que decir para guardar
armonía en cada nota tocada en la palabra
igual que se escribe una fotografía con colores
y la metamorfosis es una literatura antigua
a la hora de ver el blanco o el negro en el papel.

Guardas los pedazos del mundo en instantes a color.

Alejandro es un nombre de 3 palabras,
es una guitarra triste con cuerdas estrechas
para sonar más sucio que el silencio de los muebles.

Una sintonía antigua como la radio de los coches,
así decides las conexiones y el tráfico, un beso de metal,
con la sombra de la que se habla cuando me hablas
de una película rodada en 4\3.

Añoro el deseo igual que un dios castiga al autor del mito.

Y aún así, aprendes a coger la cámara desde el objetivo.

Ver el mundo,
compartirlo,
desmontarlo,
escribir una frase en la pared.

Y explicar el mundo como si lo que ve el ojo fuera cierto.
No es nunca nada cierto si lo ve el ojo que espera que veamos.

¿Te has preguntado alguna vez por qué no nos saludamos?
¿O por qué nunca nos despedimos?

No sé despedirme nunca de ti.
Ni decirte hola.

Me resulta violento ser consciente de que cuando me miras así:
Fuera de campo.

No hay cuadro suficiente para entender que falta siempre color
en todas mis fotografías, parece un ejercicio continuo de memoria.

Pero el color es a veces un nombre distinto al mio, de mujer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario