Todos heredan podredumbre
y un apellido.
Tal vez el bueno de Jack Knoxville
sólo heredo un color de piel
unas manos trabajadas y clandestinas;
Cuantos laberintos
botellas,
promesas
de un sueño lejano,
en algún antiguo y lejano continente.
Dónde las manchas son más puras
y nadie hereda algo tan pobre
como el nombre de su padre.
el aliento de su madre,
o la vena caliente
de un calibre que silba
acertijos que atraviesan las sienes.
Todos no. Jack Knoxville
no pensaba eso en aquella
noche apartada de sal y olas
en algún muelle de Atlanta.
Nadie quiere saber las respuestas
de un muerto.
Se responde a si mismo.
Es un mensaje que cabe dentro de cualquier botella.
"Pietà, mio Gesù."
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