viernes, 16 de mayo de 2014

Pieza a pieza

Soy joven y viejo.

La violencia es una responsabilidad
es lo más justo con el cuerpo.

Hoy me he dado cuenta de algo
soy una persona inexistente,
no deberías estar aquí,
yo, no debería estar aquí.

Y aunque me ves, estoy vacío.

Fracasado y obsoleto
como una palabra fuera de lugar de Camus.

Y los parques no lo entienden,
están terriblemente solos.

Igual que se es terrible solamente
de niño y con el egoísmo impropio
de las manos ocupadas del desuso de los ojos.

Cuando me acostumbro a respirar
la mente oxida la memoria vestida
de ropa, nombres y cuevas habitadas.

Los hogares más tristes son los que se comparten por desorden.

No ves acaso que no veo nada.
Que nada se ve nunca como lo ves tú.

Giro dos veces los manillares de las puertas
por si la primera vez que entro no hay nadie,
pero siempre está ocupada la habitación
de una intimidad tan seca que las espigas
alimentan un trigo gris de gotelé y cuadros
          torcidos
a
           mitad
de
                           estrofa.

Soy muy violento, con la boca
escupo la misma saliva
cuando pienso en ti,
que cuando lubricaba tu vergüenza.

La vergüenza de mirarte aquí debajo porque arriba no hay nada que decir.

No me jodas otra vez.
Bastante violento es poner, otra vez, aquí tu nombre junto al mio.

Al lado
              de
 las
 fotografías  compartidas
           que
 están tan rotas
     como
este
     último
                 verso
que
     intento
escribir

             pieza
a
   pieza.

Memoria siempre es el mismo nombre de mujer para todos.

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