Afila las nubes
sus huesos amarillos.
Animales heridos,
buenos salvajes.
Su lenguaje gris,
primario.
A primera voz
ensuciados de tierra
tu horizonte en vertical.
Nievas de forma interior.
Cambio climático.
Sol, rutina.
Saliva de sal,
deshaz lo que Dios
no ha hecho.
Y lo que haga el hombre
sólo sirva de ejemplo de nostalgias.
Yo, por ejemplo.
Afilado y ejemplar,
herido.
Domestico hogares
sin habitar.
Huérfanos de llaves delatadas,
una dirección que preguntarte,
o lavabos de un sólo sexo,
único uso.
Dos veces. Reciclado.
Con que imprudencia
aprendimos a decir que no.
Ahora, ahora.
Nunca. Nunca.
Todo cobra sentido desde el final.
Pero no llegué a empezarte.
No.
Ni ahora, ni nosotros,
ni nunca.
Nunca.
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