como si ratones
minúsculos royeran
el tendón apretado
de los nudos.
El sudor delataba
las razones
de la piel.
Ensancha el chivato
un puño obtuso,
arrugado, tachado
en su plenitud.
Ha querido ser fértil
el infierno
y sólo crecieron despojos.
El calor en sus heridas,
la sed en sus cenizas.
Se ha refugiado
insatisfecha
la carne.
Hoy tampoco
se ha apilado
en lápidas.
Cuántas reliquias lo son
porque son los únicos
restos que quedaron.
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