Lo que ata el
esqueje débil
de tu carne en mí,
nace estéril de infancia.
Pertenece a este
ejercicio de intimidad.
Alimenta lento.
No se escucha
el rumor entrecortado
de fatiga.
Tampoco las células
irreparables,
o el olor entumecido
cuando algo huele viejo.
Una fotografía
en cuarentena
madura en un régimen
incombustible.
Tampoco se la escucha
arder.
Sólo se enciende.
Sola se apaga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario