lunes, 11 de febrero de 2019

Anemofilia

Empuñábamos el aroma
goloso de la carne
alzada en una cruz.

Tu costumbre
era aceitosa
    y apetecible.

Hundir las manos,
 separar las orillas.
Cruzar, retorcer
       y estremecer
 el verbo de tú
       oración
 cuando entra
    duro el amor.

 Si hunde tu punzada
      horizontal
     en mis costillas.
Si el eco
        de mis venas
deja de regar.

Enséñame
  a enterrar la niebla.
Devolver a la forma
      lo que juntan los átomos.

Sumergir hogueras
  no asfixia al Sol
      en cuerpos rupestres.
Pero, aún así, derrama
un grano caldoso de céfiro
    en las espinas.

Aceitoso, apetecible.




         

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