Imagina que inventas
una historia de amor
y nadie viene.
Que la tela
se desprende
íntima sin un
desorden pactado.
Recitas el monólogo
de memoria con los
dedos de una mano.
A nadie le importa
su dibujo cuando
se limita a lo importante.
Se secan las lágrimas blancas
como coordenadas programadas
de dolor.
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