sábado, 17 de noviembre de 2018

Frans Lehtinen

Si tu mano
no ciñera las espigas
apretadas de mis labios

  cuando digo
        una palabra
consonante,

y brotara una generación
corrupta de silencios.

No reptarían las yemas
   en mi nuca.
 Su sal impidiendo
 brotar una caricia.

 Como fantasmas
aflojando los relojes,
 o pisando la garganta
de la nieve.

Tu voz me recuerda
 un himno ajeno
     y fatigado,
difícil y azul,
obligado y paciente.

    Lo oí despertar
sin hueso junto a otro.

Es difícil negociar hostilidades
      cuando invaden el cráneo
 personas construidas
con escombros de otras. 






No hay comentarios:

Publicar un comentario