Cruzar el silencio
intentando
imitar su sonido hueco,
imberbe,
de punta aislada
en el párpado
sin línea
en un oído ajeno.
Ejerce su piel
como una bandera
renegada,
el embudo de su latido
inconexo.
Todos están aquí
y nada parece extraňo.
Conocen su hambre de palabras.
El tono habitual
en el que se colapsan
las decisiones.
Ojalá fueras tú
con tu adjetivo fiel
lo que indigesta el aire
y lo llena de comas.
Nunca es blando
el barro que deja
su pisada y se
arruga preguntado.
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