Tu aguja quema y oxida
lágrimas de piel
entre células de tiempo.
Desertan las cosas
pequeñas.
El engranaje de los
hilos vértebra
a vértebra.
Un botón
abrazando al cuello.
El estallido de una
sombra sorprendida
por la luz.
Las tópicos que no
insisten.
Cuando hablo,
y escucho el paso
interrumpido
de los tiempos
en los que eras un verbo.
Pienso, que de algún modo,
la novedad es hermosa.
Todavía no ha sido tocada
por la muerte.
Y es más fresco.
El borbotón del amor
fecundando, la saliva
invocando al beso.
Lo que fue antes de ser
en nosotros.
Y tú. Siendo tan pequeña.
Una ola perezosa
que arrastra añicos
de sal en sus huesos espumosos
antes del Verano.
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