Ahora escúchame.
Acunaban pobreza
pétalo contra pétalo.
Esparcían la sed del Sol.
El idioma de la piel descalzaba.
Y se oía.
Crecer los estigmas en el pecho,
las despedidas sucias sin su sitio,
ríos podridos de silencio.
El dulzor de lo que estuvo aquí
y ahora son vientres de ceniza.
¿Por qué cuándo te escucho sólo me oigo a mí?
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