Enséñame a ungir
de amor tu pecho.
Que el imperativo
de la carne estalle
como en aquel
relato de Cortazar.
Dos gotas de agua
susurrarán jugo salado,
se oirá etiquetar
su sabor en lo demás.
¿Por qué retorcerá
la luz así nuestros cuerpos?
Con la sombra opuesta al cuerpo.
En un orden omitido.
A veces me equivoco de dolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario