la estrella fija de
tu pecho pálido.
Mordido, tal vez,
por el colmillo antiguo
y desgastado en
las manos de la pared.
Una espalda
que es la cascada
anterior a nosotros
desnudos y blancos
encontrados
como en un mapa
aún por girar con brújula.
Y sobre ti. Nosotros, otra vez,
tal vez,
Y desgastados,
y blancos,
y fijos.
Y mordido.
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