Afilas y desarmas
el hueso herido del carbón,
las tiritas de piel negra.
¿Por qué envuelves la carne?
Mutilas el abrazo inexacto,
las dudas que aplastan
un pecho contra el otro
y asfixia la necesidad sorda
que hace fluir el líquido.
Deja que me seque en ti.
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